Patricia Bullrich ya tiene experiencia acabada en lealtades no correspondidas. Y Mauricio Macri, dicen los que lo conocen bien, tiene una trayectoria en traicionar a sus dirigentes mas leales. La combinación fue fatal y Patricia Bullrich, hace dos meses número puesto para encabezar la lista de Juntos por el Cambio en la Ciudad, se tuvo que bajar.

¿Que pasó? Varias cosas. Primero apareció María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta encontró un alfil perfecto para impedir que Patricia gane una elección y le dispute la interna por la presidencia en 2023.

Luego, Macri abandonó a la única dirigente que sostenía su liderazgo dentro del PRO a rajatabla, la propia Bullrich. Al inicio, discutió con Larreta ese lugar, cuando vio que la tenía difícil acusó públicamente aunque en forma solapada a la propia Bullrich de no resignar sus ambiciones y luego se marcó a navegar el Mar Mediterráneo, desinteresándose de Patricia.

Ya sola, la ex ministra de Seguridad, enfrentó las presiones del larretismo sin respaldo alguno. La oferta era ser tercera, detrás de Vidal y de algún hombre que debe ocupar el segundo lugar por la ley de equidad de género.

La nada misma, la elección se iba a ganar, pero la ganadora iba a ser Vidal, cabeza de lista, que también aspira a la presidencia o tal vez, a la vicepresidencia de Larreta. De aceptar, Bullrich habría aceptado que solo iba por una banca en el Congreso sin pretensiones ni futuro.

Lo tercero que pasó es que Patricia, tan corajuda, tan jugada, no se animó a darle pelea al establishment del PRO. Macri al huir, le regalo el partido a Larreta, la totalidad de las candidaturas las manipula el jefe de gobierno en Ciudad y en Provincia y en todas las provincias donde no sea la UCR  la que mande.

La alternativa de Bullrich era patalear, desafiar, guapear e ir a primarias, porque las grandes victorias devienen de los grandes actos de coraje. Ser candidata cabeza de lista del PRO en Capital y ganar, es para cualquiera. Ir a la primaria, disputarle y ganarle a la estructura de Larreta, y quedarse con la cabeza de lista ganando la elección, es para gente que está para grandes cosas. Bajarse o perder, en definitiva, es lo mismo. Bajarse es perder sin competir.

El "renunciamiento histórico" es un verso. La pelea se da, para eso están las primarias, no implica desunión, no implica traicionar nada, es un modo en que todos pueden ofrecerse al elector para que este decida. Claramente, el PRO no aprende, porque si no se anima Bullrich, no se anima nadie.