Haciéndose llamar el "Club de sobrevivientes de los Sussex", los ex empleados del príncipe Harry y su esposa, Meghan Markle, relataron sus experiencias sirviéndole a la pareja en el nuevo libro de Valentine Low, “Courtiers: The Hidden Power Behind the Crown”. 

De acuerdo con varias fuentes, Meghan atacó verbalmente a sus empleados en numerosas ocasiones. Uno de los incidentes que describe Low en su libro, es cuando la esposa del príncipe Harry arremete contra una empleada frente a otros colegas: “No te preocupes. Si hubiera literalmente alguien más a quien pudiera pedirle que hiciera esto, se lo pediría a él en lugar de a ti”. 

Al parecer, el príncipe William se enteró del episodio y consoló a la mujer. “Espero que estés bien. Estás haciendo un muy buen trabajo”, le dijo según Low.

Asimismo, otro ex ayudante real afirmó que no solamente recibían ataques dentro de sus horas laborales, sino que también los llamaban. “Cada 10 minutos ella y Harry me gritaban. Era: ‘no puedo creer que hayas hecho esto. Me has defraudado. ¿En qué estabas pensando?’” (...) se prolongó durante un par de horas”, recordó. Las llamadas comenzaron de nuevo a la mañana siguiente y siguieron “durante días”. El ex empleado explicó: “No podías escapar de ellos”.

En el libro se muestra un correo que supuestamente escribió en el 2018 el jefe de prensa del palacio, Jason Knauf, al secretario privado del príncipe William, Simon Case, sobre “problemas muy serios” con el comportamiento de Markle. Este relata que cuando se le pidió que tratara con más respeto a sus empleados, ella contestó: “No es mi trabajo mimar a la gente”.

Decepcionada con los estrictos protocolos

Según la prensa británica, durante la gira en Australia que realizó la pareja, Markle se quejó diciendo: “No puedo creer que no me paguen por esto”. Low escribe que: “Aunque disfrutó de la atención, Meghan no entendió el sentido de todos esos eventos, estrechando la mano de innumerables extraños". 

Y es que, de acuerdo con el antiguo personal de la realeza, la duquesa creía que se convertiría en la Beyoncé de Gran Bretaña al casarse con el nieto de la reina, pero estaba desilusionada por los estrictos protocolos y reglas de vida que tenía que cumplir al estar en la familia real. Se sentía cada vez más “arrinconada e incomprendida” por La Firma.