El asesinato del presidente de Haití en la madrugada del miércoles marca el clímax explosivo de una crisis política y de seguridad en espiral, y amenaza con abrir un nuevo capítulo violento en la volátil historia de la nación caribeña.

Jovenel Moïse fue asesinado a tiros en su casa en la capital, Puerto Príncipe, y testigos y funcionarios gubernamentales sugirieron que el ataque fue perpetrado por "mercenarios" vestidos de negro que se hacían pasar por agentes de la DEA.