
Un reciente estudio revela publicado en la revista 'Nature' revela que las polillas australianas emplean las estrellas como una brújula durante su migración anual. Estas polillas nocturnas, conocidas como polillas Bogong, emprenden un viaje de aproximadamente 1000 kilómetros (620 millas) hacia cuevas en los Alpes Australianos en busca de temperaturas más frescas cuando el calor aumenta. Posteriormente, regresan a sus lugares de origen para reproducirse y completar su ciclo vital, en un viaje de ida y vuelta que ha intrigado a los científicos.
Si bien la navegación estelar en aves es un fenómeno conocido y estudiado, este descubrimiento marca un hito significativo, ya que las polillas Bogong son los primeros invertebrados de los que se tiene constancia que utilizan las estrellas para orientarse en distancias tan extensas. Anteriormente, los científicos habían hipotetizado que el campo magnético terrestre podría jugar un papel en su orientación, en combinación con alguna referencia visual. Sin embargo, la confirmación de la navegación estelar añade una capa de complejidad y asombro a su capacidad de orientación.
Para investigar cómo estas polillas logran encontrar su camino hacia lugares desconocidos, los investigadores realizaron un experimento innovador. Colocaron a las polillas en un simulador de vuelo que recreaba el cielo nocturno, al mismo tiempo que bloqueaban el campo magnético de la Tierra. Observaron que las polillas aleteaban en la dirección correcta cuando las estrellas se presentaban en sus patrones predecibles. No obstante, al alterar la disposición de las estrellas, las polillas se desorientaban, lo que sugirió su dependencia de la configuración celeste. Además, se observó que las células cerebrales de las polillas mostraban actividad en respuesta a orientaciones específicas del cielo nocturno. Estos hallazgos fueron publicados en la prestigiosa revista Nature.
Kenneth Lohmann, experto en navegación animal de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, quien no participó en esta investigación, elogió los resultados. Lohmann afirmó que el estudio proporciona una demostración sumamente clara e impresionante de que las polillas efectivamente utilizan la visión del cielo nocturno para guiar sus movimientos migratorios. Esto resalta la sofisticación de sus habilidades de navegación, considerando el tamaño de su cerebro.
Aún queda por determinar qué características específicas del cielo nocturno utilizan las polillas para orientarse. Podría ser la franja luminosa de la Vía Láctea, una nebulosa o algún otro elemento visual. Lo que sí parece claro es que estos insectos dependen tanto de las señales celestiales como del campo magnético terrestre para llevar a cabo su notable odisea. Este descubrimiento subraya que las polillas Bogong, con cerebros más pequeños que un grano de arroz, logran una proeza de navegación comparable a la de otras especies, como las aves o los escarabajos peloteros que también utilizan las estrellas o la Vía Láctea como guía.