
Investigadores han documentado a chimpancés de la selva de Budongo, Uganda, curándose no sólo sus propias heridas, sino también ayudando a otros miembros del grupo, incluso sin parentesco genético. Este hallazgo, publicado en Frontiers in Ecology and Evolution, podría esclarecer las raíces evolutivas de la medicina humana y los sistemas sanitarios, según la autora Elodie Freymann.
El estudio, centrado en dos comunidades de chimpancés (Sonso y Waibira) durante cuatro meses de observación directa, junto con el análisis de décadas de registros, identificó 41 casos de atención médica, incluyendo autocuidado y ayuda a otros. Entre estos, destacan siete episodios de atención prosocial, donde los chimpancés aplicaron hojas masticadas de plantas con propiedades medicinales en las heridas de sus compañeros, retiraron trampas e incluso asistieron en prácticas higiénicas.
Los chimpancés emplearon diversos métodos para tratar lesiones, desde el lamido directo de heridas hasta la aplicación de hojas frescas o tallos masticados. Algunas de las plantas utilizadas tienen usos documentados en la medicina tradicional y propiedades bioactivas que favorecen la cicatrización. Según Freymann, el cuidado de heridas abarca técnicas variadas, y todos los individuos observados se recuperaron, aunque no se puede asegurar que esto se debiera exclusivamente a las intervenciones. Además, se registraron conductas higiénicas como la limpieza de genitales con hojas, que reducen el riesgo de infecciones.
Curiosamente, los chimpancés no limitaron su ayuda a familiares cercanos. En cuatro de los siete casos de atención prosocial, los individuos asistieron a compañeros sin relación genética directa, desafiando la idea de que el altruismo en animales está restringido a beneficios evolutivos inmediatos. Freymann señaló que estos comportamientos refuerzan la evidencia de que los chimpancés reconocen el sufrimiento ajeno y actúan para aliviarlo, incluso sin una ventaja reproductiva clara.
La frecuencia de estos comportamientos varió entre las dos comunidades estudiadas. En Sonso, con un 40% de individuos afectados por heridas de trampas humanas, se documentaron más casos de atención médica que en Waibira. Esta diferencia podría deberse a una mayor habituación de los chimpancés de Sonso a la presencia humana, facilitando la observación, o a inestabilidades en la jerarquía social de Waibira que limitan las interacciones cooperativas. Freymann advierte sobre las limitaciones del estudio, como el sesgo observacional debido a la escasa habituación de Waibira y la necesidad de análisis farmacológicos más profundos.
El descubrimiento de que los chimpancés practican formas rudimentarias de medicina comunitaria refuerza la hipótesis de que los sistemas humanos de salud tienen raíces profundas en nuestro pasado evolutivo. La capacidad de identificar plantas medicinales, combinada con la disposición a ayudar a otros, sugiere que la empatía y la cooperación médica no son exclusivas de nuestra especie. Esta investigación ilumina cómo nuestros ancestros pudieron haber comenzado a tratar lesiones y enfermedades, concluyendo que al estudiar a los chimpancés, se ve un espejo de los comportamientos que se convirtieron en la base de la medicina moderna.