En menos de media hora el Regimiento de los Granaderos a Caballo con José de San Martín al frente, venció a los españoles en el combate de San Lorenzo, a orillas del río Paraná, en las proximidades de Rosario.

Fue el 3 de febrero de 1813, hace 200 años. San Martín logra la victoria en este combate que libra el recientemente formado Regimiento de Granaderos a Caballo, que había partido desde Buenos Aires, seis días antes, para frenar el avance de los españoles.

"El valor e intrepidez que han manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la patria, y atenciones de V.E.", escribe San Martín al gobierno porteño tras el triunfo.

La crónica de la batalla cuenta que San Martín se enteró de que los españoles iban a desembarcar el 3 de febrero en San Lorenzo, y ese día por la madrugada el coronel estaba allí con 125 granaderos, a los que ocultó divididos en dos columnas, tras los muros del convento.

Al clarear el día desembarcaron 250 españoles con dos cañones livianos. Los granaderos cargaron sobre ellos, sable en mano, dándoles apenas tiempo de disparar sus cañones, y en pocos minutos fueron desbaratados.

El parte militar de San Martín dice que los enemigos "se replegaron en fuga a las bajadas dejando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos, 12 heridos sin incluir los que se desplomaron", y añade que "de nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos, y los demás heridos".

Fue en esa batalla donde el caballo de San Martín cae muerto por una bala de cañón y el entonces coronel queda tendido con una pierna aprisionada bajo el animal. En ese momento el sargento correntino Juan Bautista Cabral y el puntano Juan Bautista Baigorria lograron liberarlo y salvarlo de la muerte.

Baigorria mató al realista que estaba atacando a San Martín en tanto Cabral quedó tendido en el campo de batalla con dos sablazos en el pecho. "No se le oyeron otros ayes que los de viva la Patria, muero contento por haber batido a los enemigos", recordó San Martín.

Los recientemente formados granaderos fueron el primer cuerpo militar completamente profesional que tuvo el país, concebidos de acuerdo a parámetros tácticos europeos de entonces.

En los pocos meses que llevaba retornado al país, el Libertador había pasado, gracias a la labor de las logias criollas que operaban en la península ibérica y que facilitaron su regreso y el de otros guerreros argentinos que servían a la Corona en las luchas antinapoleónicas, de ser un total desconocido a trabar relaciones con la clase alta porteña (con una de cuyas hijas terminó casándose) y convertirse en un referente político en ascenso, fundamental en el golpe de Estado que derrocó al Primer Triunvirato (cuyo líder en las sombras era su desde entonces archienemigo Bernardino Rivadavia) y propiciador de la rápida convocatoria a una Asamblea Constituyente.