A 55 años de la autoproclamada Revolución Libertadora, sublevación encabezada por el general Eduardo Lonardi para derrocar al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, el historiador y escritor Luis Alberto Romero analizó el peronismo de entonces y también su presente. Además, puso en duda que los Derechos Humanos como institución tengan el mismo valor que hace veinte años y lamentó que la organización Madres de Plaza de Mayo haya sido “corrompida por todos lados”.

La llamada Revolución Libertadora “forma parte de ese ciclo político de la argentina caracterizado por la facciocidad: gobiernos que descalificaban a sus enemigos y los excluían, el peronismo había inaugurado esa tradición, entre el ’45 y el ’55 y la llamada Revolución fue el rebote. Los perseguidos, excluidos y marginados se desquitaron. Esto, aparte de la condena que uno suma a la proscripción del peronismo”, aseguró en Bravo.Continental.

“Diría que allí se interrumpió un curso natural dedesgaste y que venía experimentando el peronismo en el gobierno”, evaluó el escritor.

“No es tan seguro que si el peronismo no era proscripto hubiese ganado las elecciones”, advirtió. En ese sentido, señaló que “el hecho de no tener que competir políticamente les permitió a los peronistas decir que ellos eran la auténtica expresión del pueblo y hasta los antiperonistas se terminaron convenciendo de ello”, advirtió.

La historia del presente. “Madres de Plaza de Mayo es muy distinto de Madres Línea Fundadora. El hecho de que existan algunas agrupaciones que están en una línea y otras en otras, me parece que debilita eso que tenían de sagrado los derechos humanos en la cuestión de la construcción de la democracia, o sea, colocar algo por encima de toda duda, sospecha o cuestionamiento”, dijo Romero.

“Tardé muchos años en animarme a decirlo, pero es terrible lo que ocurrió con Madres de Plaza de Mayo porque se corrompieron por todos lados: las cosas que dice su presidenta no las toleraríamos ningún argentino”, se lamentó el historiador.

En ese sentido, fustigó “las delicias del Estado corporativo amigo” en las que, dice, está inserta la institución “que había sido el símbolo de nuestros ideales”.

“Si volviera a ser necesario protegernos de alguna cosa terrible en nombre de los derechos humanos, vamos a encontrar que no tenemos ese maravilloso instrumento que construimos en los años ’80. Es verdaderamente peligroso”, subrayó

“Yo mismo participaba de la intangibilidad de las organizaciones de los derechos humanos pero en algún momento ya me pareció demasiado evidente…que sus principales colaboradores sean Sergio Shockender y Felisa Miceli, cada uno con su pasado y su currículum es realmente asombroso para lo que era la institución insignia para locales y extranjeros”, sostuvo Romero.