En el barrio porteño de Palermo, causó conmoción en los medios de comunicación una toma de rehenes que se extendió por diez horas en un edificio de Aráoz al 1900.

Cuatro asaltantes sorprendieron a la portera, entraron a robar y tomaron cautivas a cuatro personas.

Los vecinos avisaron a la Policía y el lugar fue inmediatamente rodeado.

Los delincuentes quedaron atrapados en el interior de un departamento del sexto piso, con la encargada, su hija, su nieto y su yerno.

La negociación se realizó desde el balcón, a viva voz, hasta que liberaron a las víctimas y se entregaron a la Policía.

Los cuatro delincuentes tienen antecedentes penales por este tipo de robo.

Por Continental, el fiscal del caso desestimó como una liviandad la sensación mediática de que los delincuentes “entren y salgan cuando quieran”.

Juan Andrés Necol recordó que, “en la mayoría de los casos, los menores permanecen en libertad porque son excarcelados hasta que se los condena en un juicio. No es que los delincuentes entren y salgan. Los que uno ve que salen rápidamente son los menores”, enfatizó.

En Magdalena Tempranísimo, explicó que a los cuatro delincuentes en cuestión “les cabría un apena altísima por los delitos de tentativa de robo a mano armada y privación ilegal de la libertad. La condena podría ser más dura si se determina que son reincidentes”.

A diferencia de la Policía, aclaró el fiscal de Instrucción, la Justicia “no tiene realmente un protocolo; hay experiencia digamos. Lo único que se trata de manejar es el control de legalidad (de todo lo que sucede durante un hecho de este tipo). La que hace la tarea de negociación es la Policía, que tiene una tarea vasta”.