Se trata del biólogo y genetista Daniel Corach, creador y director del Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Biología y Farmacia de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien en esta causa actuó para la Justicia como perito oficial realizando los distintos estudios y cotejos de ADN.

Corach hizo el peritaje que determinó que debajo de tres uñas de la mano derecha de Angeles había un perfil masculino que, en el caso del dedo índice, coincidía en un 99,9 por ciento con el patrón genético del portero detenido.

El juez de instrucción Javier Feliciano Ríos citó a Corach para el próximo miércoles a las 11.30, con el fin de que declare como testigo en el incidente de la tercera nulidad planteada en la causa por la defensa de Mangeri.

Los abogados Miguel Angel Pierri y Marcelo Biondi y el genetista de la defensa, Gabriel Boselli, plantean en ese escrito que los hisopados de las uñas de Angeles se procesaron en los laboratorios el mismo día que la sangre del imputado y que, durante ese procedimiento, pudo existir una contaminación y por ello se halló el perfil genético del portero en las muestras.

El juez Ríos citó sólo a Corach, pese a que la defensa había pedido que también declaren el otro perito oficial de los ADN, el médico Enzo Canónaco, y dos expertas independientes: María Belén Rodríguez Cardozo, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand, y Stella Maris Jaureguiberry, jefa de Genética Forense de la Policía Científica bonaerense.

La fiscal Paula Asaro y el abogado querellante Pablo Lanusse, ya se opusieron la semana pasada a este planteo de nulidad de la defensa y solicitaron que se le imponga costas. Esta es la segunda vez que la defensa intenta derribar los estudios de ADN, ya que en un primer planteo de nulidad, cuestionaron la "cadena de custodia" del mismo.

Esa nulidad fue rechazada el jueves pasado por el juez Ríos y por la Sala VI de la Cámara de del Crimen.

Según la última Junta Médica, Angeles murió entre las 11 y las 17 de aquel lunes, sofocada y estrangulada por su asesino en una maniobra que no duró más de cinco minutos, luego de ser golpeada y antes de que su cuerpo ingresara a la compactadora de basura.