El aburrimiento no representa un estado que cuadre -ni siquiera por unos minutos- con la personalidad curiosa, intuitiva y ambiciosa que transmite Gabriel Weinstein al moverse, hablar, gesticular, enfatizar, y recordar sus primeros desafíos en el emprendedorismo, con el que tomó contacto a sus 23 años (hoy tiene 31) cuando decidió abrir con dos amigos una empresa de software, según acusa recibo su memoria.

Desde hace unos meses, el currículum de este joven innovador sumó una línea que lejos está de ser una actualización intrascendente: fue uno de los cuatro argentinos seleccionados entre 4500 personas de distintas nacionalidades que viajó a Estados Unidos a formarse en uno de los centros académicos no tradicionales más prestigiosos de la actualidad. ¿El objetivo? Desarrollar soluciones alternativas tendientes a resolver los problemas cotidianos que afectan a la población mundial.

Aunque suene extraño, en ese contexto, la menstruación se convirtió, además del propio equipo -integrado por dos daneses, una polaca, un búlgaro y él-, en la aliada más importante de la iniciativa que idearon y que resultó ser una de las cinco ganadoras de las 22 presentadas al final de la cursada. Eso, admite, actuó como un gran aliciente para avanzar confiado en la propuesta, diseñar un prototipo y proyectar un lanzamiento real, fuera de la simulación, en su país al volver.

"Es el primer proyecto en el mundo que involucra a la menstruación, por lo que nos costó mucho encontrar información. Fue muy difícil. Sólo descubrimos que un policía de Nueva York la había usado para resolver un caso. Pensándolo así es revolucionario y no invasivo. Buscamos sacarle provecho a algo que inicialmente se piensa en términos negativos, malos o molestos, sobre todo, en el caso de las mujeres que más lo padecen", describe Gabriel, quien aclara que la novedad no contempla "cambiarles su comportamiento durante el periodo", o que "se vuelvan adictas o dependientes" de un chip mes a mes, sino ayudar a una detección temprana que complemente el diagnóstico posterior de un especialista.

Con eso entre manos, entremezclado con su rutina pre-viaje, mantiene su espíritu emprendedor calmo, animado y entretenido. Es que desde que regresó a Buenos Aires está convencido que quiere capitalizar y perfeccionar lo asimilado en Singularity. En simultáneo, sueña con poder implementar en el mercado latinoamericano "la toallita inteligente", esa que alerta al segmento femenino cada vez que descubre valores en el cuerpo fuera de rango, y que puede volverse una herramienta muy útil para evitar sorpresas o males mayores.

La toallita será flexible y tendrá tres capas: la primera, de contacto con la piel; la segunda, de absorción y filtrado; y la tercera, la del sensor de microfluidos. Se trata, en realidad, de un pequeño laboratorio adentro de un chip (un sensor, una batería y un transmisor de radiofrecuencia, que es el encargado de enviar la información al celular). Cuando la sangre llega al sensor, el marcador reacciona en caso de encontrar una enfermedad y se genera un electrón. Si lo hay, significa que hubo reacción y que algo tenés.

Cada paquete contendrá dos de estas toallitas junto con las convencionales. Esto es porque si aparece que la persona tiene una infección, seguramente va a querer volver a chequearlo. Hicimos una encuesta y la gente está super dispuesta a pagar un poco más. Más adelante, pensamos implementarlo en tampones.