A ciento noventa y cuatro años de la declaración de la independencia argentina, el historiador Luis Alberto Romero reflexionó sobre la fecha y el modo como la toman los ciudadanos contemporáneos.

Para el especialista, "el conocimiento que hay sobre el tema es bastante escolar. El problema es que ha quedado bastante desactualizado. El problema es que el conocimiento de los maestros ha quedado bastante desactualizado respecto de lo que hoy piensan los historiadores. Entonces, estamos en una zona neutra en la que se repite una cosa vieja y cada vez más sin sentido".
"Esto tiene que ver con un hecho singular: no hay dudas de que en 1816 se declaró la independencia. Pero los congresales de Tucumán no sabían la independencia de quién estaban declarando. El acta dice, vagamente, 'las Provincias Unidas en América del Sur'. No se tenía idea de si la Banda Oriental entraba o no entraba, si Santa Fe, Entre Ríos, Misiones [sic], Bolivia", señaló en Magdalena Tempranísimo.
 
"Todo eso estaba por verse, porque se estaba en plena guerra y el punto central para los historiadores de ahora es que la Argentina no existía entonces. La Argentina era un horizonte borroso y lo que existían eran provincias que estaban discutiendo cómo iban a juntarse y la verdad es que la discusión les llevó casi setenta años de guerras civiles. Así que en ese sentido 1816 es el comienzo borroso de una larguísima gestación y no el surgimiento triunfal de una nueva Nación. Lo que pasa es que esto no es algo fácil de acomodar al calendario escolar de festividades, como pasa siempre con las cuestiones críticas en historia, que se amoldan mal a lo que está ya establecido", caviló.

"Lo que llamamos la Revolución de Mayo cayó un poco sorpresivamente, porque no fueplanificado desde acá, sino que fue el producto del derrumbe del imperio español. Entonces, cuando llegó la noticia de que no existía más, la sensación general fue durante mucho tiempo de desconcierto, en medio de las guerras napoleónicas. Yo me los imagino como sonámbulos, teniendo que acertar el camino correcto sin tener los datos y ensayando, por ejemplo esas discusiones entre la monarquía y la república", añadió.

"En 1810 lo que había era gente decidida, como los revolucionarios de Buenos Aires. En cambio, 1816, después de ya seis años de guerra muy dura en costos y en vidas, ya la gente era bastante más prudente a fuerza de saber que se estaban jugando literalmente la vida en cada decisión, porque los españoles, cuando volvían, volvían degollando, y eso yo creo que fue lo que los impulsó a declarar la independencia, la sensación de que ya no había transacción posible con los españoles", concluyó Romero.