Investigadores argentinos demostraron que las memorias son alterables en el tiempo, por lo que los recuerdos no siempre permanecen intactos sino que al recordar un evento pueden generarse modificaciones debido a un proceso llamado "reconsolidación".

"Nuestro grupo está enfocado en entender cómo puede modificarse una memoria en el tiempo. El sólo recordar un evento puede causar modificaciones sobre la memoria inicial", explicó María Eugenia Pedreira, quien dirige un equipo de trabajo en el laboratorio de Neurobiología de la Memoria del Ifibyne UBA-Conicet.

Con ese fin, los investigadores utilizan dos modelos experimentales muy diferentes: el cangrejo Neohelice granulata y el ser humano.

"El cangrejo puede formar una memoria asociativa muy robusta denominada memoria contexto-señal, que puede durar incluso hasta cinco días y resulta muy apropiada para estudiar procesos de plasticidad", explicó Pedreira.

Mediante el uso de herramientas farmacológicas, como inyecciones que estimulan e inhiben receptores, los científicos trazaron un perfil de los neurotransmisores involucrados en el proceso de reconsolidación e identificaron las condiciones determinantes para que la memoria pueda modificarse.

"Para explicarlo de una manera más gráfica, imaginemos a las diferentes memorias de nuestra vida como cajas cerradas. En ocasiones, un determinado episodio puede abrir alguna de esas cajas y, por un tiempo limitado, es posible poner en orden o modificar su contenido antes de cerrarla nuevamente", precisó.

Y agregó: "La apertura de la caja se conoce como el proceso de labilización de la memoria, lo que lleva a abrirla es el recordatorio, y la reorganización del contenido es la reconsolidación. Esta capacidad de modificar recuerdos implica la actualización de la información previamente almacenada, ya sea por incorporación de nueva información o fortaleciendo la anteriormente guardada".

"Una condición fundamental para que ocurra el proceso de labilización es que al recordarlo se detecte una incongruencia entre la memoria del evento previamente experimentado y el evento actual; es decir, cuando recuerdo lo que aprendí, tiene que haber algo diferente para que la memoria se ponga en juego y sea susceptible de ser modificada", completó.

Para la línea de investigación en seres humanos, el grupo utilizó tipos de tareas de aprendizaje: En un caso, los participantes debían asociar pares de sílabas sin sentido; en otro, incorporar una serie de palabras nuevas con un significado asociado, y en otro asociar palabras conocidas a imágenes relacionadas.

"Diseñando diferentes experimentos comportamentales, comprobamos que es posible labilizar la memoria y modificarla, y también demostramos que la reconsolidación permite que las memorias se fortalezcan. Actualmente nos proponemos establecer correlatos neurofisiológicos mediante el uso de técnicas de neuroimágenes (resonancia magnética funcional) y trazas electroencefalográficas", apuntó Pedreira.

Si bien el enfoque de la investigación se enmarca en la llamada ciencia básica, del trabajo pueden surgir nuevas herramientas tanto biomédicas, en el diseño de nuevas estrategias terapéuticas, como en el campo educacional, en la creación de herramientas que permitan mejorar el aprendizaje y la memoria de los alumnos.

El proceso de reconsolidación podría aplicarse además en nuevos protocolos terapéuticos para modificar o "borrar" memorias asociadas con trastornos de ansiedad, adicciones o memorias traumáticas.

"Un punto no menor en el diseño de estas nuevas terapias es que posiblemente las memorias asociadas a desórdenes emocionales, como el trastorno de estrés postraumático, serían, por sus características, muy difíciles de labilizar. Por eso deberán buscarse diseños que permitan la apertura de tan fuertes recuerdos", sostuvo Pedreira.

Asimismo, "si la reconsolidación sirve para fortalecer memorias, podría utilizarse como estrategia en terapias de rehabilitación cognitiva fortaleciendo, por ejemplo, las memorias de uso diario y mejorando así la calidad de vida de los pacientes", subrayó.