El periodista Gustavo Sierra, de vasta trayectoria, incluso como corresponsal de guerra, visitó los estudios de Radio Continental para dar detalles de su último libro sobre el avance del narcotráfico en la región sur del continente.

‘Sinaloa, Medellín, Rosario. La ruta de la droga’ despliega una amplia conexión entre estas grandes ciudades Latinoamericanas que tienen como denominador común a decenas de miles de personas instaladas con el sólo fin de recaudar dinero a través de las drogas.

“Vinieron en busca de la efedrina porque se les había abierto un negocio extraordinario, nuevo en Estados Unidos, de las drogas sintéticas. Los mexicanos tenían algunos problemas y además el gobierno de turno había lanzado la ‘narcoguerra’. Entonces vieron que en Argentina se podía importar efedrina libremente y era un país perfecto para lavar dinero; un lugar perfecto con salida de grandes cargamentos a Europa”, remarcó.

“Nos convertimos en un centro de narcotráfico global”, enfatizó el periodista.  

“En 2008 el gobierno mexicano le dijo al entonces embajador argento en el DF, Jorge Yoma, que estaban entrando los cárteles mexicano en Argentina. Después supimos que una mujer muy cercana al Chapo Guzmán intentaba armar, entre otras cosas, tres grandes iglesias evangélicas en el Chaco. Esto no tuvo ningún eco cuando le fue informado a los funcionarios encabezados por Cristina Fernández de Kirchner”, subrayó.

“La pasta base más importante se produce en Perú; de ahí pasa a las cocinas de Bolivia y luego por avionetas o bagallleros entran al país. También ingresa droga por Paraguay. Es decir, recibimos todas las alertas y el único resultado es que hay cada vez más muertos y cada vez más chicos adentro” de estas organizaciones delictivas, detalló en esta emisora.

“El negocio de la efedrina ya venía de antes y había muchas obras sociales involucradas pero después se transformó en una cantidad descomunal”, subrayó Sierra.

“Con el triple crimen (de General Rodríguez) salió a la luz todo este tema. Allí estaban involucrados narotraficantes mexicanos”, destacó.

Sierra precisó que “la DEA no es la solución pero en el norte se recibían ciertos fondos para la policía local y federal, algo que luego fue suspendido. Eso fue un error”.