Después de que una joven de Texas publicara la semana pasada en YouTube un video en que su padre, un juez de familia, le propinaba una brutal paliza con un cinturón, Estados Unidos se pregunta hasta dónde pueden llevar los padres el castigo corporal. Hace un mes comenzó el juicio contra un matrimonio de Washington por maltratar hasta la muerte a su hija adoptada. Emplearon para ello un manual de castigo muy popular entre los padres que educan a hijos en casa, sin llevarlos a la escuela, una práctica común entre los 80 millones de cristianos evangélicos del país. Los consejos de ese manual, llevados al extremo, han provocado al menos tres muertes en los años recientes.





Hay en Estados Unidos más de dos millones de niños que no acuden a la escuela y a los que educan sus propios padres, eminentemente por motivos religiosos; no quieren que se les enseñe la teoría de la evolución, por ejemplo. Para ellos el pastor evangélico de Tennessee Michael Pearl, que tiene cinco hijos, ha escrito el polémico libro Cómo educar a tu hijo, impreso por primera vez en 1994, del que se han impreso 670.000 copias y que se ha traducido a numerosos idiomas, entre ellos el español.





El libro no se anda con rodeos. El primer capítulo comienza así: "Pégale a tu hijo". Los consejos son, sencillamente, crueles. "Una experiencia particularmente dolorosa para la madre lactante es el bebe que muerde. Mi esposa no perdió tiempo para encontrar un remedio. Cuando el bebe la mordía, ella le tiraba del cabello (hay que buscar una alternativa para los bebes sin pelo)", escribe.





La tesis central del libro es que la Biblia aconseja el uso de la fusta, a la que llama "varita mágica": "Puede ser que experimentes sentimientos que te impidan pegarle a tu hijo, pero eso no es amor. Dios, que creó a los niños, y sabe lo que más les conviene, ordena a los padres que usen la fusta".





Pearl recomienda, por ejemplo, dejar armas de fuego por casa, cargadas, para poner a prueba a los niños, y pegarles con la vara cuando se acerquen a ellas. Sus consejos son muy específicos: "Para el menor de un año, basta una vara de sauce, de 25-30 centímetros de largo y medio centímetro de diámetro, sin nudos que le puedan cortar la piel". Aconseja enfáticamente pegarles a los niños con una tubería flexible de plástico, de 0,6 centímetros de diámetro, porque duele, pero no daña gravemente la piel.





Fue esa tubería la que acabó, entre muchas otras penurias, con la vida de la pequeña Hana, nacida en Etiopía pero adoptada, junto a su hermano menor, por el matrimonio formado por Larry y Carri Williams, del Estado de Washington. Hana, de 11 años, que se comportaba con cierta rebeldía, apareció muerta en el patio familiar en mayo, desnuda, desnutrida y congelada. Sus padres, fieles seguidores de la doctrina Pearl, la habían sometido a un castigo corporal implacable.





El pasado 30 de septiembre, comenzó el juicio por homicidio contra ellos, y se declararon inocentes. El siniestro tubo de castigo se empleó también en 2010 en California, en la muerte de la pequeña Lydia Schatz, de siete años, adoptada de Liberia. Sus padres adoptivos, Kevin y Elizabeth Schatz, la sometieron a una brutal paliza, con parones para rezar. La niña, que tenía ocho hermanastros, murió por las heridas y hemorragias provocadas. Los padres se declararon culpables y están ambos en prisión.