El rector de la Universidad Nacional de La Matanza (Unlam), Daniel Martínez, fue víctima de un "secuestro virtual" perpetrado por delincuentes que simularon tener secuestrada a su hija para obligarlo a pagar un rescate compuesto por dinero en efectivo y objetos de valor.
  
Los delincuentes, que mostraron tener una llamativa cantidad de conocimientos sobre la familia y el entorno del domicilio del rector, situado en el vecino distrito de Morón, lo llamaron en plena madrugada de ayer y le dijeron que tenían secuestrada a su hija.  
  
Los desconocidos, tras convencer a Martínez que habían concretado el secuestro, lo conminaron a dejar una bolsa plástica con el dinero y los objetos personales a pocos metros de su domicilio.
  
"Llamaron a la madrugada cuando yo estaba durmiendo. Un hombre me dijo que tenía a mi hija secuestrada y de fondo se escuchaban gritos y llantos de una chica que tenía la misma voz de mi hija, pensaba que era ella. Me decía que pague para que la liberen. Mi hija vive sola pero me dijeron que no se me ocurra llamarla al celular porque ella la iba a pasar mal", relató en distintos medios.
  
Según contó, los asaltantes pidieron una suma muy alta de dinero, que no poseía en ese momento.
  
"Les dije que esto no era un banco y que eran las 3:00, por lo que me dijeron que además de la plata que había en casa junte una serie de objetos de valor", explicó.
  
Los asaltantes le dijeron al rector que llevara en una bolsa plástica el rescate a la esquina de Blas Parera y Vicente Casares, de esa zona del oeste del conurbano, cerca de su domicilio.
 
"Me dieron la descripción de la cortada cerca de casa, con cada detalle. Tenían una excelente información", sostuvo.
  
Cuando el rector llegó al lugar, sin embargo, no encontró el cesto de basura que le habían indicado y, nervioso, volvió a su casa a llamar a los supuestos secuestradores, ya que tenía prohibido usar su celular.
 
Los delincuentes le dijeron a Martínez que deje los objetos requeridos en el cordón de la vereda.   
  
Una vez que pagó el rescate volvió a llamar por teléfono y los delincuentes le dijeron a Martínez que iban a liberar a su hija.
  
"'Somos profesionales, no le hacemos daños a la gente', me dijeron. Les pedí que me dejen hablar con mi hija, pero me aseguraron que no podían porque estaba en otro vehículo por una cuestión de 'seguridad". Después me prometieron que mi hija iba a llegar sana y salva a mi casa", narró el rector.
  
Martínez salió a la vereda a esperar a su hija, pero después de que pasaran varios minutos de angustia y desesperación, porque no llegaba, decidió quebrar la prohibición impuesta por los delincuentes y la llamó a su casa.
  
"Me atendió ella y me dijo que estaba durmiendo. Sentí mucho alivio, después de tomar conciencia de la angustia y el dolor que puede provocar que le pase algo a un hijo", contó el rector.
  
Martínez especuló con la posibilidad de que como su cargo es público, a los delincuentes se les haya facilitado el acceso a su información personal.