Una fuga de reclusos agudizó esta madrugada la tensión en la cárcel de Pedrinhas, considerada la más violenta de Brasil y que sigue controlada por grupos criminales.

Desde el año pasado, al menos 76 presos han sido asesinados por sus colegas, muchos de ellos degollados. Tan sólo este año, se han registrado 16 asesinatos en la institución y aún se ignora cuántos presos lograron huir del penal.

Según las autoridades del estado nororiental de Maranhao, han sido al menos once, pero se estima que podrían ser más, citó la agencia DPA.

Además, esta mañana se produjo un nuevo intento de fuga masiva.

Los nuevos problemas se produjeron menos de 48 horas después del arresto, el lunes pasado, del director del Centro de Detención Provisional del penal, Claudio Barcelos, acusado por la policía de aceptar sobornos para facilitar la fuga de presos de la institución.

Según la Secretaría de Justicia y Administración Penal de Maranhao, también se investiga la posibilidad de que Barcelos permitiera a los presos abandonar la cárcel para practicar delitos y luego regresar.

El arresto del funcionario tuvo lugar después de que 36 reclusos lograran huir de Pedrinhas la semana pasada, ayudados por delincuentes que chocaron un camión contra el muro del penal.

El complejo carcelario de Pedrinhas vive una crisis de seguridad desde 2013 a raíz de disputas entre facciones rivales, agravadas por la sobreocupación del penal que tiene capacidad para acoger a 1.770 presos, pero que, según los últimos datos oficiales, alberga actualmente a 2.196, con el consiguiente problema de hacinamiento.

Desde comienzos de este año, la Fuerza Nacional de Seguridad apoya las autoridades de Maranhao en la tarea de custodiar las cárceles ubicadas en la región metropolitana de San Luis, lo que sin embargo no ha sido suficiente para frenar la tensión.

Una investigación realizada por la Comisión de Derechos Humanos del Senado que visitó el complejo penal en enero pasado, reveló que esa cárcel alberga "facciones criminales que mantienen el control interno y que también tienen influencia fuera del penal, impulsando rebeliones y poniendo en riesgo la vida de la población".

"El Estado necesita asumir el control: el penal no puede seguir siendo controlado por grupos criminales", sentenció la senadora Ana Rita, autora del informe final de la comisión, al aludir a los ataques a colectivos y comisarías ocurridos a comienzos de este año en Sao Luis, supuestamente ordenados por reclusos de Pedrinhas.