Arabia Saudita lanzó, junto a otras cuatro petromonarquías y con apoyo logístico de los Estados Unidos, una intervención en Yemen que apenas iniciada provocó 20 muertos civiles en un barrio residencial de Sanaá, la capital, y enfrentamientos fronterizos con los hutíes que se movilizan en masa en el Norte del país. Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar y Bahrein respondieron así a un pedido del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, abroquelado en un palacio de Adén para que intervengan militarmente y frenen el avance militar de los rebeldes hutíes, que ayer bombardearon su palacio y hoy llegaron a las puertas de Adén.

"Nuestros países han decidido responder a la petición del presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, de proteger el Yemen y su pueblo del ataque de las milicias hutíes que han sido y continúan siendo una herramienta en manos de una fuerza extranjera", aseguraron en un comunicado conjunto. La "fuerza extranjera" es la República Islámica de Irán, a la que acusan de respaldar a los hutíes con el "objetivo de ejercer su hegemonía sobre el Yemen y convertirlo en base para ejercer su influencia sobre la región". Teherán ya exigió el fin inmediato de la intervención, en tanto que Egipto (muy atado a Arabia Saudita tras la asunción del general Al Sisi como presidente) y Marruecos, otra monarquía tradicional árabe, le dieron su apoyo.

La cadena de TV de los hutíes, Al Masira, también informó de bombardeos contra el barrio Al Sabaha, en el oeste de la capital, e hizo un llamamiento a los médicos para que acudieran de urgencia a los hospitales y a los habitantes para que donaran sangre. Por otro lado, en la provincia de Saada, fronteriza con Arabia Saudita, los hutíes convocaron a la movilización, probablemente para preparar una operación terrestre contra la monarquía petrolera de los Ibn Saud.

El miembro de la oficina política del movimiento hutí, Mohamed al Bujaiti ya aseguró anteriormente que los ataques de las últimas horas de la aviación saudí contra posiciones de su grupo conducirán al país a una "guerra global" en la región. Saada, en el norte del Yemen, está controlada por los hutíes desde 2010, cuando el grupo rebelde se enfrentó al Ejército yemení. Todo ocurre tras rumores de que el presidente había abandonado el país, mientras que los hutíes consideran que Hadi está "con paradero desconocido" y ofreció 93.000 dólares de recompensa para quien lo capture o propine información al respecto.