Con un tono inusualmente suave hacia los insurgentes, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andrei Lisenko, dijo que se registró una disminución significativa del número de ataques rebeldes y que por lo tanto el Ejército podrá comenzar a retirar artillería y armamentos pesados de una propuesta zona de seguridad de 30 kilómetros.

El anuncio llegó horas después de que el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, llamara anoche a sus compatriotas a apoyar el plan de paz que alcanzó con los rebeldes pro rusos a principios de septiembre en Minsk, Bielorrusia, argumentando que esto es clave para mantener el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

Poroshenko se vio forzado a suspender una ofensiva contra los separatistas y acordó un alto el fuego el 5 de septiembre luego de que el Ejército sufriera fuertes bajas que Kiev atribuyó al apoyo de tropas invasoras rusas, algo que Moscú niega tajantemente y que según Occidente es un hecho innegable.

Aunque continúan muriendo soldados pese a la tregua -dos más en las últimas 24 horas, según informó ayer Lisenko- Poroshenko defendió su plan al regresar de Estados Unidos, diciendo que se habría arriesgado a perder el respaldo de Washington si seguía con las hostilidades.

"No es posible ganar con medios puramente militares", señaló, al parecer finalmente convencido, sobre todo luego de no persuadir a Washington de que le concediera ayuda militar letal, de la necesidad de acelerar las gestiones diplomáticas.

Poroshenko agregó que su prioridad ahora será asegurarse que Rusia retire las tropas de territorio ucraniano.

El anuncio del Ejército de su país de que está cumpliendo con lo convenido en Minsk el viernes pasado sobre la zona de seguridad será, previsiblemente, uno de los puntos que Ucrania resaltará en la Asamblea General de la ONU el jueves, donde el primer ministro Arseni Yatseniuk dará el discurso en representación de Kiev.

"Nuestros guardias fronterizos en las líneas de defensa no han detectado ni un sólo avión no tripulado en los últimos días. Los líderes de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk han comenzado a aplicar el plan de paz", subrayó Lisenko.

Al respecto, uno de los líderes rebeldes de Donetsk, Andrei Purguin, aseguró que los rebeldes también se disponen a retirar su armamento, aunque advirtió de que el proceso llevará unos cinco días.

"Considero que los milicianos responderán adecuadamente al repliegue de las fuerzas ucranianas. Mucho dependerá de los acuerdos entre los comandantes sobre el terreno", dijo.

Al mismo tiempo, reconoció que algunos batallones hacen caso omiso a las órdenes de Donetsk y siguen combatiendo al enemigo hasta agotar todas sus municiones, lo que amenaza la tregua.

Ambas partes están a la espera de que el garante del acuerdo, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), se persone en el terreno y comience a supervisar el repliegue en la zona desmilitarizada de 30 kilómetros, que recuerda a la que separa desde 1953 al norte y el sur de Corea en torno al paralelo 38.

"A día de hoy, de la OSCE en Ucrania hay 250 personas. Pronto serán 500. Cada semana esa cifra se incrementará en otros 50. Llegarán de 40 países diferentes, incluidos EEUU y Rusia. En su mayoría hablan ucraniano o ruso", dijo un portavoz ucraniano de la OSCE.

Mientras, ambos bandos no han dejado de denunciar violaciones del alto el fuego, especialmente en Donetsk, principal plaza fuerte rebelde, y Mariupol, sede del Gobierno provisional leal a Kiev y principal puerto en el mar de Azov.

El mando militar ucraniano dijo que los rebeldes atacaron anoche puestos de control en las inmediaciones de Mariupol.

Por su parte, los rebeldes denunciaron que la artillería de las fuerzas gubernamentales martilleó en varias ocasiones sus posiciones en Lugansk.

No obstante, según la agencia oficial rusa RIA-Novosti, muchos ucranianos que abandonaron la zona de conflicto en los últimos cuatro meses están regresando en masa a sus hogares con la esperanza de que la tregua sea duradera.

"En un sólo día, más de 12.000 personas regresaron a territorio de Ucrania desde la región rusa de Rostov", informó un portavoz de la guardia fronteriza local adscrita al Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB).

La ONU estima que más de 3.000 personas murieron por el conflicto en Donetsk y Lugansk desde su inicio, en abril pasado, y dice que más de un millón de personas se convirtieron en refugiados o desplazados. 

El líder rebelde Purguin dijo hoy que unos 4.000 civiles y separatistas murieron sólo en Donetsk desde el comienzo de la crisis.