Turquía se ha negado reiteradamente a permitir la llegada de voluntarios o ayuda a Kobani porque sostiene que la ciudad está siendo defendida por las tropas kurdas sirias, a las que Ankara califica de "terroristas".

"No nos gustaría que Kobani cayera, pero tenemos una política de principios", señaló el ministro quien consideró que "sólo el Ejército Libre Sirio quiere una Siria democrática y unida" y que los demás grupos que combaten en el país vecino "están implicados en acciones terroristas".

Turquía anunció el lunes que ayudará a los "peshmerga" (milicias kurdas) iraquíes a trasladarse a Kobani para reforzar la defensa de los kurdos ante los yihadistas.

En un giro de su postura, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, sostuvo ayer que "es normal que Turquía provea de ayuda humanitaria y logística a los civiles de Kobani, para equilibrar la situación".

En tanto, el gobierno del Kurdistán iraquí anunció hoy que, en una primera fase, mandará a 200 peshmergas equipados con armamento pesado, según la decisión tomada en el parlamento del Kurdistán en Erbil.

El parlamentario, Aydin Maruf, miembro del Frente Turcomano Iraquí, recordó que es la primera vez desde 1960 que tropas iraquíes salen al extranjero y precisó que el envío se produce "por petición de (el presidente del Kurdistán iraquí Masud) Barzani y con apoyo de Turquía".

Los milicianos entrarán a Turquía por la frontera común y viajarán por las provincias meridionales turcas hasta llegar a Suruç, la ciudad ubicada frente a Kobani, precisó Maruf.

Luego de 30 años de enfrentamientos, el gobierno y el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) atraviesan un proceso de paz cuyo futuro, fue vinculado, en las últimas semanas, con la suerte de Kobani.

La actitud de Ankara de no haber permitido el paso de combatientes fue percibida como un apoyo implícito para que el EI elimine a los kurdos, por lo que el PKK anunció que el proceso de paz terminaría el pasado día 15 si no había algún gesto de Turquía.

Tras el cambio de estrategia de Turquía, el fundador de la guerrilla, Abdullah Ocalan, dio marcha atrás en su anuncio, según una nota difundida hoy por la agencia de noticias EFE.

"Hubo un punto de ruptura en el proceso debido a la actitud del gobierno. Su forma de actuar no es coherente con la gravedad del problema que intentamos resolver. El 15 de octubre entramos en una nueva fase. Es nuestra responsabilidad que la esperanza que revitalizamos desemboque en razones prácticas", sostuvo Ocalan en una nota enviada desde la cárcel, donde cumple un pena de cadena perpetua.

Algunos dirigentes kurdos acusan a Ankara de no dar pasos para que el proceso de paz avance pese a que hace más de un año el PKK cumplió su promesa de retirar a los combatientes de suelo turco y se mantiene el alto el fuego desde marzo de 2013.

Las principales exigencias de la guerrilla para entregar las armas son la aceptación de la identidad cultural kurda en la Constitución de Turquía, la opción de escolarizarse en kurdo, la liberación de los numerosos detenidos por vínculos con el PKK y la modificación del régimen de aislamiento de Ocalan.

Además, reclama una "descentralización" administrativa aunque no plantea la creación de una región autónoma kurda.