Kelly Gissendaner fue ejecutada por el crimen de su esposo, hace 18 años, por las autoridades de la prisión de Jackson, al sureste de Atlanta, en Georgia, Estados Unidos. La ejecución ocurrió tras serle negada la petición de clemencia y pese a la solicitud del papa Francisco de que le fuera conmutada la pena capital.

Gissendaner murió pasada la medianoche (alrededor de la 01.00, en Argentina) al serle suministrada una inyección letal y se convirtió en la primera mujer en Georgia en ser ejecutada desde 1945. La mujer, de 47 años, fue sentenciada a la pena capital por planear y conspirar en la muerte de su esposo, Doug Gissendaner, en 1997, junto a su amante, Gregory Bruce Owen. Owen, el autor material del asesinato, solo fue condenado a cadena perpetua tras testificar contra ella.

Varios pedidos presentados por la defensa ante la Corte Suprema de Georgia y la Corte Suprema de Estados Unidos para detener la ejecución fueron rechazados, así como la petición de clemencia ante la Junta de Libertad Condicional y Perdón con la participaron dos hijos de la condenada.

Los hijos de Gissendaner habían perdonado a su madre e intercedieron a su favor en varias ocasiones, tras argumentar que se había reformado. El papa Francisco envió una carta a las autoridades del estado en la que pidió clemencia para la mujer, en un esfuerzo por lograr la conmutación de la pena. Además, el pontífice, durante su reciente gira por Estados Unidos, hizo un llamamiento ante el Congreso para poner fin a la pena de muerte.