La Guardia Nacional fue movilizada en el Estado estadounidense de Missouri, por orden del gobernador Jay Nixon, como recurso para hacer frente a las protestas y los disturbios provocados por la muerte del joven afroestadounidense Michael Brown en un procedimiento policial, en la localidad de Ferguson. El mandatario provincial ya había reemplazado a la policía local con la Caminera (en la primera no hay afroamericanos, en la última sí), pero en las últimas horas hubo “actos de violencia criminal perpetrados por un número creciente de individuos, muchos de ellos ajenos a Ferguson y al estado de Missouri”, según denunció.
 
La respuesta policial a las protestas, con un despliegue de medios casi militar enardeció aún más a los manifestantes y el pasado sábado fue decretado el toque de queda en la localidad, donde ayer fueron detenidas siete personas y una fue hospitalizada en estado crítico.

Mientras tanto, una autopsia privada determinó que Brown fue asesinado de al menos seis balazos, dos de los cuales impactaron en su cabeza. Otros cuatro impactos involucraron su brazo derecho. Aparentemente, según informó el New York Times, los disparos no fueron realizados a corta distancia, pues no hay restos de pólvora en el cadáver, aunque aún no fue examinada la ropa para determinar con certeza la distancia. 

El joven de 18 años, fue baleado por un policía identificado como Darren Wilson el pasado 9 de agosto en un encuentro del que la versión policial y los testigos difieren: la  primera asegura que Brown estaba desarmado pero intentó quitarle el arma al policía; los testigos afirman que el joven estaba con las manos en alto. La autopsia privada desmiente la afirmación policial. En este contexto, el fiscal general, Eric Holder, ordenó que personal médico federal realice una segunda autopsia al cuerpo del joven, "debido a las circunstancias extraordinarias que rodean el caso y a petición de la familia de Brown".