Cada vez más lejos de un acuerdo de paz, el Ejército ucraniano e insurgentes separatistas pro rusos concentraron hoy sus esfuerzos militares por segundo día en tomar el control del aeropuerto internacional de la ciudad de Donetsk, una batalla que según los rebeldes dejó más de 230 muertos en las últimas 24 horas.

Por primera vez desde que firmó la segunda tregua a principios de diciembre pasado, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, reconoció públicamente que ninguno de los dos bandos está cumpliendo el cese de fuego en las convulsionadas provincias orientales de Donetsk y Lugansk.

"Ese documento fue eficaz, pero se mantuvo durante menos de un mes, ya que desde el 7 de enero tiene lugar una significativa escalada de la tensión protagonizada por Rusia y los grupos terroristas del Este", sentenció el mandatario, citado por medios locales.
Además, admitió que el sábado pasado dio la orden al Ejército de volver a atacar a los rebeldes, principalmente en la zona del aeropuerto de Donetsk, a sólo unos kilómetros de la ciudad del mismo nombre, que en abril pasado se convirtió en el bastión de un levantamiento separatista pro ruso.

Según el Ejército, tres soldados murieron y otros 66 resultaron heridos en los combates de esa zona durante las últimas 24 horas.

Sin embargo, el comandante adjunto del Estado Mayor de las milicias separatistas de la recientemente proclamada República Popular de Donetsk, Eduard Basurin, informó que fueron más de 200 los soldados ucranianos que murieron en la última jornada y casi 300 los heridos, según la agencia de noticias rusa Interfax.

Asimismo, Basurin agregó que 16 milicianos rebeldes fallecieron y otros 62 resultaron heridos.

Medios internacionales habían informado ayer de la reanudación de los combates alrededor del aeropuerto y de algunos bombardeos contra la periferia urbana de Donetsk.

Hoy, Basurin confirmó los ataques contra la ciudad y anunció que 30 civiles murieron a causa de ellos.

"En la tarde del domingo pasado, Kiev, por primera vez desde agosto pasado, empleó la aviación para lanzar bombas de gran potencia contra barrios residenciales de (la ciudad de) Gorlovka", denunció, según la agencia de noticias rusa RIA Novosti.

Hace apenas unos días, Poroshenko había promulgado una ley sobre movilización parcial, que permitirá incorporar este año a unos 100.000 hombres a las Fuerzas Armadas ucranianas y que comenzará esta semana con la incorporación a filas de unos 50.000 hombres.

Pese al cruce de acusaciones, está claro que el conflicto armado en el este de Ucrania, que ya dejó más de 4.800 muertos, según la ONU, volvió a escalar en los últimos días, sepultando así los esfuerzos diplomáticos internacionales para que los dos bandos vuelvan a la mesa de negociaciones.

A principio de diciembre pasado, Kiev, los separatistas pro rusos, Moscú y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) acordaron en Minsk, la capital bielorrusa, una segunda tregua, luego de que la primera, firmada en septiembre, no fuera nunca completamente respetada.

Este segundo cese de fuego bajó la tensión en la región oriental del país durante las fiestas, pero, sin embargo, los ataques volvieron a comenzar con el inicio del nuevo año.

Pese al recrudecimiento de la violencia, Rusia, que rechaza acusaciones de Ucrania de apoyar a los rebeldes, y las potencias occidentales, férreas aliadas de Kiev, siguen negociando una vuelta a la mesa de negociación en Minsk para avanzar en un posible acuerdo de paz.

En esa dirección, el presidente ruso Vladimir Putin envió una carta a su par ucraniano para proponer un nuevo plan de paz, que Kiev rechazó inmediatamente.

Además de descartar el nuevo plan diplomático ruso, el vocero de la ofensiva del Ejército en el este del país, Andrei Lisenko, volvió a acusar a Moscú de apoyar a los separatistas de Donestk y Lugansk, y denunció que dos batallones rusos con aproximadamente 700 efectivos y armamento pesado cruzaron la frontera hoy para reforzar a las milicias rebeldes.

Desde Moscú no respondieron a la nueva acusación, pero sí culparon a Kiev de la nueva escalada militar.

"Apostar a una solución militar a la crisis es el mayor error estratégico de las autoridades ucranianas. Esto podría desembocar en consecuencias irreversibles para el Estado ucraniano", sostuvo el vicecanciller ruso, Grigory Karasin, después de conocer la negativa de Kiev.