El motín, que dejó al menos cuatro muertos y una cantidad no precisada de heridos, fue "una tragedia más que anunciada", opinó el Sindicato de Agentes Penitenciarios de Paraná (Sindarspen).

La Secretaría de Justicia de Paraná informó que 145 presos que corrían riesgo de ser asesinados fueron trasladados a otras cárceles del estado.

En tanto, varias decenas de familiares de reclusos bloqueaban intermitentemente los accesos al penal, en reclamo de información sobre sus parientes, reportó la agencia noticiosa estatal ABR.

La rebelión era protagonizada por cerca de 800 de los 1.040 presos de la penitenciaría estatal de Cascavel, en reclamo de mejores condiciones de infraestructura, alimentación e higiene, así como el fin de supuestos abusos por parte de los guardiacárceles.

El incidente se desencadenó en la mañana de ayer, cuando estaba por servirse el desayuno y sólo 10 guardias custodiaban el penal pese a que ya se habían registrado amenazas de protestas.

Ayer se reportó que los amotinados habían tomado como rehenes a dos guardiacárceles y un agente de la Policía Civil, aunque hoy, sin que se informara la liberación de ninguno de ellos, la nómina de cautivos fue rectificada a dos.

En la revuelta fueron decapitados dos presos -uno de ellos, ex policía- y otros tres fueron arrojados desde el tejado de uno de los pabellones, a una altura de 15 metros. Dos de los últimos murieron en el hospital al que habían sido trasladados, indicó la agencia Brasil 247.

Asimismo, "al final de esta mañana un carro del IML (Instituto Médico Legal) retiró partes de un cuerpo carbonizado de dentro del presidio", indicó el diario Folha de Sao Paulo.

El Departamento Penitenciario de Paraná (Depen) informó ayer que algunos internos heridos habían sido llevados a hospitales pero otros permanecían en estado similar dentro de la cárcel, sin que pudiera brindárseles atención.

El director regional de la Secretaría de Salud de Paraná, Miroslau Bailak, afirmó hoy que los hospitales estatales estaban preparados para recibir a los heridos pero no se sabía cuántos podían ser. "Puede ser que haya dos u 80; tenemos que prepararnos para una gran cantidad de heridos", dijo.

Tanto ayer como hoy, los amotinados exhibieron mantas que tenían pintada la sigla PCC, del Primer Comando de la Capital, la mayor organización criminal del país, que es manejada desde las prisiones.