En Libia, los opositores a Muamar el Gadafi ya dominan un tercio del país.

El líder permanece en el poder, pero debió refugiarse en un cuartel del Ejército y acudir a mercenarios de otros países para reprimir a la población
Los manifestantes intentaron derribar los muros con máquinas excavadoras, pero no lo lograron por la resistencia de las Fuerzas Armadas.

Trípoli, la capital del país, es la única ciudad que aún controla el mandatario.

Para mañana viernes, está programada una gran manifestación, similar a las que sacaron de la presidencia de Egipto a Hosni Mubarak.

Pero Gadafi prometió reprimirla con mercenarios traídos desde el exterior.

En la ciudad de Bengasi, los militares se retiraron y se formaron comités populares que manejan el ámbito legal, económico y de seguridad.

Oficialmente, reconocen que hubo mil muertos, aunque ya se habla de diez mil víctimas fatales, en la mayor tragedia nacional entre todas las revoluciones incipientes o declaradas que viven los países de habla árabe.

En tanto, las bolsas siguen cayendo y el petróleo aumenta sin freno: ayer estaba a noventa y seis dólares el barril, y este jueves ya había alcanzado los ciento veinte dólares.

En tanto, Barack Obama le advirtió a Gadafi que “pagará las consecuencias por violar los derechos fundamentales del pueblo”.

El presidente estadounidense condenó la matanza a mansalva de civiles desarmados con bombardeos aéreos y le pidió a la comunidad internacional “unirse para ayudar”.

Por Continental, Alberto Mizrahi, argentino viviendo en Libia, reseñó que “Gadafi se encargó, en estos años, de ‘limpiar’ la oposición”.

En Magdalena Tempranísimo, reseñó que “estaba trabajando para Aeropuertos de París en la construcción del nuevo aeropuerto de Trípoli desde julio de 2008”.

“La vida aquí es aburrida, los viernes y sábados no se trabaja, pero no hay vida nocturna”, describió Mizrahi.