La posición presidencial se conoció esta noche luego de que el número dos de las FARC, Iván Márquez, alias de Luciano Marín Arango, reclamara que se escuche a las víctimas del conflicto armado, que pidieron el cese el fuego urgente por parte del gobierno y la guerrilla.

"Es el momento de hacer nuestro ese clamor manifiesto de manera unánime por las víctimas", señaló Márquez en el cierre del 28º ciclo de conversaciones de paz en La Habana, en el que participó por primera vez una delegación de víctimas, compuesta fundamentalmente por mujeres.

Sin embargo, Santos reiteró que su postura es que solamente aceptará un cese del fuego cuando se llegue a la etapa final de la firma de acuerdos, pues hacerlo antes sería concederle una ventaja militar a la guerrilla.

"¿Por qué no se aceptó el cese del fuego? Primero, porque las experiencias con las propias FARC en los intentos anteriores nos habían demostrado que ellos son expertos en aprovecharse para fortalecerse militar y políticamente. Entonces eso no era lo más conveniente", dijo Santos al hablar en un congreso de empresarios.

"No quiero pasar a la historia como otro presidente que ensayó un proceso de paz, fracasó y dejó a las FARC en mejores condiciones y al Estado colombiano en peores condiciones. Por eso no solamente no acepté el cese del fuego, sino no acepté negociaciones en Colombia. Porque insistieron mucho. No permití que se despejara un solo centímetro del territorio colombiano. Las negociaciones tenían que ser por fuera. Y así ha sido", afirmó.

Antes del inicio del diálogo, en noviembre de 2012, ambas partes acordaron que las negociaciones se llevarían a cabo sin detener las acciones armadas, aunque las FARC han declarado ceses del fuego unilaterales en determinadas circunstancias, como las elecciones de este año.

Los negociadores del gobierno y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) informaron en un comunicado conjunto que el próximo ciclo de conversaciones se desarrollará del 23 de septiembre al 2 de octubre, también centrado en el punto de las víctimas.

El jefe negociador de las FARC subrayó que las víctimas deben ser "sujeto político activo" fundamental para la construcción de una nueva Colombia, "tras la llegada de una paz con justicia social, democracia y soberanía.

Para la guerrilla, las víctimas deberán ser también protagonistas de un proceso constituyente, que deberá "conducir a la convocatoria de una nueva Magna Asamblea que dé cuerpo definitivo al tratado de paz al que aspiran las mayorías".

El guerrillero destacó el papel que en este nuevo ciclo sobre víctimas tuvieron las mujeres, y la instalación de una subcomisión de género "ha ampliado de manera superlativa el arco de participación y democratización del proceso de conversaciones".

El segundo grupo de víctimas que participó en los diálogos exigió a las partes un "cese del fuego bilateral urgente" para que las discusiones se desarrollen en un clima sin hostilidad.

"Queremos que el proceso de paz tome celeridad porque cuanto más tiempo pase más víctimas tendremos", resaltó en rueda de prensa Reinel Barbosa, un joven de 28 años víctima de desplazamiento y con una discapacidad que le generó la explosión de una mina antipersonal en la región de Meta, afectada por el fuego cruzado de diversos grupos armados.

Las víctimas agradecieron el clima de "respeto" y "voluntad de escucha" que percibieron por parte de los integrantes de la mesa de La Habana, ya que "sólo escuchando y respetando a las víctimas se puede construir la verdad como camino para la paz".

"En mi caso, las FARC reconocieron que sus acciones causaron mucho dolor y manifestaron su disposición a que no se repitan más sucesos lamentables e inhumanos", contó Consuelo González, ex congresista secuestrada por la guerrilla hace trece años.

González, rehén de las FARC durante casi siete años, se refirió a la polémica sobre el "inconveniente" escrito de una guerrillera en el que negaba la condición de víctima de la actual congresista Clara Rojas, con la que compartió cautiverio durante un tiempo.

"Quienes estuvimos con ella, tenemos claro que Clara vivió igual que todos la tragedia, la crueldad y el horror del secuestro", describió.

En esta nueva comitiva de afectados por el conflicto, tuvieron especial representación las 25.000 víctimas de desaparición forzada y las 27.000 que sufrieron secuestros.

Sobre el drama de los desaparecidos, Gloria Luz Gómez, presidenta de la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos (Asfaddes), reclamó que la Justicia no solo busque a estas personas y depure responsabilidades, sino que "garantice la no repetición".

"Hay que reparar el daño, el impacto emocional de ese horror. No hablemos de cifras, sino de las historias que hay detrás", subrayó Gómez, hermana de un estudiante desaparecido en 1983 por agentes del Estado.

Teresita Gaviria, madre de un desaparecido por paramilitares en Medellín en 1998, indicó que se va "contenta" y "satisfecha" con el compromiso de las partes de aportar todos los datos disponibles para poder indagar sobre esos crímenes.

También hubo lugar para las víctimas de desplazamiento, que afecta a 5,7 millones de personas en el país, con especial incidencia en las comunidades indígenas y afro, como es el caso de Esaú Lemus, afodescendiente del Chocó, que exigió "garantías" en el acceso a la Justicia de estas comunidades respetando sus "sistemas de gobierno propios y reglamentos internos".

El gobernador indígena del pueblo awá, Gabriel Bisbicuis, resaltó que, si no se pone fin al conflicto, 34 pueblos indígenas están en riesgo de desaparición "física y cultural", ya que seguirán "señalados" por sus formas de vida y gobierno.
"Soñamos con una Colombia de hermandad, sin señalamientos. Queremos contribuir a una paz duradera que nos permita morir de viejos", resaltó.

Las mujeres representan más de la mitad de los perjudicados por desplazamiento forzoso, además de ser en muchos casos víctimas de violencia sexual, delito que se encuentra minimizado en las estadísticas debido a que muchas no se atreven a denunciar.

Todo esto, sin "hablar de la cantidad de madres que han padecido el asesinato o desaparición de sus hijos", destacó Fabrizio Hochschild, coordinador de la ONU, que se ocupa junto con el Centro de Pensamiento y la Conferencia Episcopal de seleccionar de manera equilibrada a las víctimas que acuden a La Habana.

Hochschild hizo hincapié en la "generosidad" y "dignidad" de estas víctimas, que en lugar de "apuntar con el dedo" piensan en cómo puede contribuir a la paz sin rencor.