La Policía Civil de Investigaciones confirmó haber encontrado el arma usada para asesinar a dos jóvenes que realizaban un grafiti en el muro de un edificio en Valparaíso, tras una masiva marcha convocada por el movimiento estudiantil, en un episodio que causó indignación y rechazo en todo Chile. Se trata de una pistola 9 milímetros hallada en el patio interior del edificio de tres pisos donde vive el padre del único detenido, Giuseppe Briganti, de 21 años. La policía encontró, además, cerca cinco millones de pesos (8.300 dólares) en efectivo y una cantidad de droga que no fue especificada. 

El detenido negó ser el autor de los disparos que causaron la muerte de los estudiantes de la Universidad Santo Tomás, Exequiel Borvarán (18) y Diego Guzmán Farías (25), militante de las Juventudes Comunistas. Briganti registra varias detenciones desde el año 2010 por agresiones y vive con su padre en el inmueble ubicado frente a la céntrica Plaza Victoria del puerto de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de Santiago. 

En la capital y en varias ciudades del país se realizaron anoche diversas manifestaciones en memoria de los dos jóvenes asesinados. En la Plaza Italia de Santiago, un millar de personas encendió velas y se solidarizó con las Juventudes Comunistas y su secretaria general, Karol Cariola. La diputada, visiblemente acongojada, señaló que "no retrocederán ante la violencia y que seguirán manifestándose en las calles por una educación de calidad". Criticó, además, a quienes han "criminalizado las protestas" y tratan como "delincuentes a los estudiantes". Por las redes sociales, se han emitido mensajes de que ambos jóvenes abatidos "no eran blancas palomas". 

El presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, señaló que "los comunistas no están por la violencia" pero que seguirán luchando "por la justicia y la paz", y fustigó a los sectores que siembran el odio y el anticomunismo. Agradeció el apoyo expresado por las otras fuerzas políticas que integran la coalición de centro izquierda de Gobierno, la Nueva Mayoría. Las víctimas, grafiteros, se encontraban escribiendo en la muralla de edificio, tras lo cual el conserje los increpó, lo que originó una pelea.