Japón almacena unas 166.000 toneladas de desechos radiactivos de la accidentada central nuclear de Fukushima en depósitos temporales, muchos de ellos sin la seguridad necesaria, ya que los municipios se oponen a recibirlos en instalaciones creadas especialmente para su contención. Los desechos, que incluyen cenizas de material incinerado, permanecen en almacenes temporales repartidos en 12 prefecturas del país sin que el gobierno nipón pueda trasladarlos a los depósitos construidos para albergarlos.

El desastre provocado por el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 generó la fusión parcial de tres reactores de Fukushima, los cuales esparcieron sustancias radiactivas en el noreste del país. Tras el accidente, el Gobierno aprobó guardar todo material que superase los 8.000 becquereles por kilo de radiación.

Los nuevos almacenes que deben acoger estos materiales están situados en prefecturas del este del país y se construyeron de acuerdo a las leyes para gestionar estos desechos aprobadas tras el accidente en Fukushima. Sin embargo, los municipios donde se sitúan estas instalaciones mostraron su firme oposición a albergarlas argumentando que, o bien no están preparadas para soportar desastres naturales, o que el plan para guardar los desperdicios contaminados que refleja la ley no especifica plazos ni acciones concretas para gestionarlos.

El Gobierno, por su parte, insistió en que es necesario trasladar urgentemente estos desechos ya que los depósitos temporales se adoptaron como medida de urgencia en 2011 y en muchos casos son simples casetas de plástico. Estos almacenes son incapaces de soportar lluvias intensas como las que dejan los tifones que suelen pasar por Japón o los terremotos que regularmente registra el país.