El anuncio del gobierno de Jerusalén sobre la nueva expansión del asentamiento de Ramat Shlomo llegó una semana después de que el primer ministro Benjamin Netanyahu ordenara construir allí otras 600 casas y 400 más en Har Homa, otra colonia en el sector de la ciudad que los palestinos quieren como capital de su futuro Estado.

En Estados Unidos -que ya había criticado el anuncio de la semana pasada-, la vocera del Departamento de Estado dijo hoy que "sería desafortunado, en este momento tan delicado, que (...) las autoridades israelíes busquen activamente impulsar estos planes".

Sobre todo "después de la posición inequívoca y unánime claramente vocalizada la semana pasada por Estados Unidos y otros en la comunidad internacional oponiéndose a la construcción en Jerusalén este", señaló la portavoz, Jen Psaki, en su conferencia de prensa diaria.

El gobierno palestino también rechazó la nueva expansión de los asentamientos israelíes sobre territorio ocupado y le pidió al mundo que no se quede sólo en el repudio verbal.

"La comunidad internacional tiene la responsabilidad de hacer responsable a Israel por las continuas violaciones al derecho internacional, incluida la dramática escalada contra nuestro pueblo en Jerusalén este a través de la construcción de asentamientos, el desplazamiento forzado y la negación de nuestro derecho de culto", reclamó el jefe negociador palestino, Saeb Erekat, en un comunicado difundido a la prensa.

Desde el partido israelí opositor Meretz, el concejal de Jerusalén, Pepe Alalo, criticó duramente la medida y, como Erekat, lo vinculó con la actual espiral de violencia que azota la ciudad sagrada.

Netanyahu y el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat "no entienden que esto nos puede llevar a una crisis muy seria...No diría que estamos en una Intifada (levantamiento popular palestino) pero, sin ninguna duda, nos estamos aproximando. Y estas nuevas viviendas no van a resolver ningún problema, sino que crearán otros más graves", advirtió Alalo en declaraciones a la agencia de noticias EFE.

Hace varios meses que la situación es muy tensa en Jerusalén este, pero en las últimas semanas el conflicto entre las autoridades y los sectores ultranacionalistas y ultraortodoxos, por un lado, y los habitantes palestinos, por el otro, escaló significativamente a través de protestas, represión y atentados.

En un hecho sin precedentes en 47 años, Israel cerró la semana pasada durante un día la Explanada de las Mezquitas, el lugar más sagrado de Jerusalén, en lo que describió como una medida para tratar de calmar los ánimos luego de que un rabino de ultraderecha, Yehuda Glick, fuera baleado presuntamente por un palestino.

La explanada, donde se encuentra el lugar más sagrado para los judíos y el tercero más venerado por los musulmanes, es desde hace años motivo de disputas y tensiones que se agravaron en semanas recientes.

Desde que Israel ocupó Jerusalén este y la Ciudad Vieja después de una guerra en 1967, Tel Aviv acordó que la explanada continuaría siendo controlada por la vecina Jordania y que los únicos que podían rezar allí son los musulmanes.

Los judíos sólo tienen permitido visitar el lugar, pero los palestinos denuncian que cada vez son más los que ortodoxos acceden al sitio y que rezan escondidos.

Hoy, pese a que los palestinos lo consideran una provocación, una diputada ultraderechista israelí visitó el complejo, convirtiéndose en el segundo legislador en hacerlo en las últimas 48 horas, lo que derivó en la detención de una mujer palestina que rezaba en el lugar y que la increpó, informó la policía israelí.

Un día después que un miembro del partido de Netanyahu visitara la explanada, la parlamentaria del partido religioso Hogar judío, Shuli Moalem-Refaeli, entró al complejo de la Mezquita de Al Aqsa junto con un hijo del rabino Glick, el mismo que resultó herido en un atentado el jueves pasado.

La policía respondió a ese ataque matando al presunto sospechoso, un joven palestino de Jerusalén este.

"Una mujer se acercó a la diputada Shuli Moalem y fue detenida", informó a EFE el vocero de la policía israelí, Micky Rosenfeld, quien agregó que en las últimas semanas al menos 115 palestinos fueron arrestadas en la explanada y los alrededores.

Glick pertenece a un movimiento ultranacionalista que reclama que los judíos también puedan rezar en la Explanada de la Mezquita, lugar que ellos llaman Monte del Templo, ya que creen que hace más de dos mil años se levantaba allí el templo bíblico de los judíos.

En los últimos años, especialmente después del fin de la segunda intifada, en 2005, las autoridades israelíes sólo permiten el acceso a Al Aqsa a hombres mayores de 65, niños y mujeres.

El director que controla la mezquita, el jefe Omar al Kiswani, denunció hoy que la policía israelí restringió aún más el ingreso, informó la agencia de noticias palestina Maan.

Al Kiswani dijo que ahora también tienen prohibido el ingreso todos los hombres menores de 40 años -es decir, los niños que antes podían entrar con sus madres-, y agregó que las puertas de acceso a la mezquita recién fueron abiertas a las 11 de la mañana, lo que bloqueó el primer rezo de la mañana.