Hace exactamente seis meses, una decena de camionetas con cincuenta terroristas armados irrumpió en un pueblo del noreste de Nigeria para secuestrar a más de 200 chicas . El tiempo, su ínfima relevancia y la ineficacia del Ejército nigeriano han hecho caer su rastro en olvido. Por eso, cientos de personas salieron con velas encendidas entre sus manos para pedir nuevamente "Devuélvanos a nuestras niñas" ("Bring back our girls").

Fue en Chibok, una pequeña aldea del estado de Borno, el más castigado por la violencia del grupo terrorista islámico Boko Haram , la "versión africana" de Estado Islámico (EI).

Ocurrió durante la noche, como todos sus ataques contra los internados. Pero esta vez, en lugar de asesinar salvajemente a profesores y alumnos mientras dormían -como sucedió en otras ocasiones apenas contadas-, decidieron capturar a las chicas.
La primera reacción del Gobierno y Ejército nigerianos fue la habitual: Lamentar lo sucedido, encogerse de hombros y mirar hacia otro lado. El valor de la vida en muchas partes de África es escaso, en las zonas remotas que no aportan votos es inexistente.

Nigeria es el país más poblado del continente con 170 millones de habitantes integrados en más de 200 grupos tribales y unas profundas diferencias económicas entre el norte y el sur, en las que los estados septentrionales salen gravemente malparados.
Pasado el primer estupor de la noticia y en un intento de contener su alcance ante la alarma de algunos gobiernos extranjeros, comenzaron los comunicados de un Ejército caracterizado por una histórica falta de credibilidad.

En los cinco días posteriores al secuestro, los militares aseguraron haber liberado a 165 niñas. La directora del centro del que fueron arrebatadas, el gobernador del Estado de Borno y los propios familiares de la menores lo desmintieron inmediatamente.
La desinformación y el silencio perduraron hasta el 5 de mayo, día en el que Boko Haram reivindicó públicamente la autoría del secuestro en un video, lo que convenció a los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, entre otros, para ofrecer ayuda especializada en búsqueda y rescate.

No obstante, la difusión global del secuestro no llegó hasta días después, y fue gracias a las cuentas de Twitter de algunos personajes famosos, que propiciaron una movilización digital en favor de la liberación bajo la etiqueta "BringBackOurGirls" ("Devuélvanos a nuestras niñas").

La primera dama estadounidense, Michelle Obama, el cantante Justin Timberlake y los actores Sean Penn, Ashton Kutcher o Jessica Biel se fotografiaron con éste y otros carteles como "Real men don't buy girls" ("Los hombres de verdad no compran niñas"), y la red social respondió masivamente a su propuesta.

La campaña alcanzó un éxito superlativo, pero pronto se diluyó hasta convertirse en un leve eco digital apenas audible hoy en día.
Según los datos de Google, "BringBackOursGirls" registró millones de búsquedas durante todo el mes de mayo para bajar hasta un porcentaje imperceptible en junio y caer a cero en el mes de septiembre.

La intensidad de la ayuda militar internacional, liderada por Estados Unidos, y su firme convencimiento de resultados también naufragó progresivamente.

El Gobierno de Barack Obama envió sus famosos aviones no tripulados, los "drones", desplazó a decenas de expertos, cedió cámaras capaces de captar movimiento en la selva y enfocó sus radares de rastreo a Nigeria, el Chad y Camerún. El resultado de este despliegue se desconoce o ha sido nulo, como la mayoría teme.
La realidad es mucho más compleja que una película de aparatos espía, y encontrar a más de 200 niñas en un entorno sociogeográfico como el de los citados países con una búsqueda que comenzó tres semanas después de la desaparición, parece una meta improbable.

La última noticia que se tiene de ellas es otro error: el portavoz del Ejército nigeriano, Chris Olukolade, aseguró el pasado 23 de septiembre que un numeroso grupo de niñas había sido liberado, lo que desató la emoción entre las familias. Sin dar más explicaciones, se retractó una hora más tarde porque era una información irreal.

Hace seis meses, los familiares de las chicas secuestradas piden desesperadamente por su aparición. Foto: AFP 
Para luchar contra el olvido, la capital nigeriana será escenario hoy de una manifestación para exigir la liberación de las 200 adolescentes.

Cientos de miembros del movimiento "Bring back our girls" tienen la intención de marchar hasta la residencia del presidente Goodluck Jonathan, en la capital nigeriana, con la esperanza de obtener una audiencia.

La semana pasada se organizaron varios acontecimientos relativos a este aniversario, incluyendo una vigilia con velas en honor a estas chicas.

Para los padres de las víctimas, estos seis últimos meses han sido una montaña rusa emocional, con etapas de esperanza y largos períodos de agonía, dijo Enoch Mark, jefe del consejo de los ancianos de Chibok, cuya hija y sobrina están entre las cautivas.

"Al principio éramos muy optimistas, pensábamos que nuestras hijas serían encontradas sanas y salvas en pocos días (...), pero esta esperanza disminuyó día a día", dijo. "En cierto momento pensamos incluso en ritos funerarios para las chicas, según nuestras tradiciones", agregó.

"Pero el descubrimiento, el mes pasado en Mubi, de una jovencita que había sido secuestrada en enero por Boko Haram, nos dio nuevas esperanzas de que nuestras hijas también serían encontradas", señaló.