Fuentes policiales calificaron los disturbios de aislados y localizados en algunos sectores periféricos de la capital chilena, entre ellos Puente Alto, San Bernardo, Peñalolén, Estación Central, Maipú, Renca y Huechuraba, además de la ciudad de Melipilla, a 70 kilómetros al suroeste de la capital chilena.

Además seis vehículos fueron dañados a pedradas en el estacionamiento del diario El Mercurio, mientras unos 130 mil hogares de diversos sectores sufrieron cortes del suministro eléctrico debido a cortes provocados por el lanzamiento de cadenas sobre los cables.

El intendente (gobernador) de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, condenó los sucesos violentos y anunció que querellará a una decena de detenidos que portaban bombas molotov y armas caseras y a los responsables de quemar el micro.

Hacia las seis la casi totalidad del servicio eléctrico se había normalizado, salvo algunos pequeños sectores donde aún se trabajaba para intrrumpir el suministro, dijeron fuentes de la empresa Chilectra, la principal distribuidora de Santiago.

En la ciudad de Valparaíso, en tanto, tres carabineros resultaron heridos a causa de disparos y cinco personas fueron detenidas en las manifestaciones.

En la localidad de Melipilla, en tanto, cuatro funcionarios resultaron lesionados por perdigones efectuados por encapuchados que además apedreaban vehículos en la Autopista del Sol, que une a Santiago con diversas localidades de la costa central de Chile.

En Renca, en el área norte de la capital chilena, un sargento fue herido en el pie derecho por un disparo y en San Bernardo, al sur de la capital, un cabo recibió una descarga de perdigones en el rostro y un capitán fue impactado en las piernas, señalaron las
autoridades de la institución policial.

Durante la noche, además, hubo manifestaciones pacíficas en el Estadio Nacional, la Villa Grimaldi y otros lugares que fueron utilizados como campos de concentración, de tortura y exterminio durante la dictadura de Augusto Pinochet, con flores, velas encendidas y testimonios de supervivientes.

Según cifras oficiales, durante la dictadura (1973-1990) unos 3.200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1.192 figuran aún como detenidos desaparecidos, mientras otros 33.000 fueron torturados y encarcelados por causas políticas.