El presidente de Egipto, Mohamed Mursi, dijo que no tiene intención de apelar a los poderes excepcionales que se otorgó a sí mismo ayer, pero que lo hará si ve el país en peligro, y enfatizó que su objetivo es conseguir "la estabilidad política, social y económica" del país.

En un discurso ante cientos de seguidores frente al Palacio Presidencial tras haber blindado ayer todos sus poderes ante la Justicia, Mursi acusó a "quienes se esconden detrás de los jueces" por querer hacer descarrilar la transición a la democracia.

"No me gusta ni quiero utilizar procedimientos excepcionales, pero si veo que mi país está en peligro lo haré, porque es mi deber", señaló, al tiempo que aseguró que tiende la mano a la "oposición real".

"Respetamos la Justicia, porque en ella hay muchos individuos limpios, pero estamos frente a quienes se esconden tras ella. Los desenmascararemos; que no se piensen que no los vemos", agregó.

Mursi insistió en que no pretende concentrar todos los poderes, como sucede ahora, al reunir en su persona el Poder Ejecutivo y el Legislativo, y ordenar anoche que todas sus decisiones sean "inapelables y definitivas".

En su declaración presidencial, también decretó que la Asamblea Constituyente y la Cámara Alta no puedan ser disueltas por la Justicia.

Mientras Mursi habla, decenas de miles de personas se concentran en la plaza Tahrir de El Cairo y en otras ciudades egipcias convocados por la oposición no islamista para mostrar su rechazo a unas medidas que, dicen, convierten al mandatario en un "nuevo faraón".