En la franja, pese a una gran devastación, Hamas también cantó victoria y dijo que 50 días de bombardeos israelíes no detuvieron sus ataques con cohetes contra ciudades israelíes, mientras los gazatíes retomaron sus actividades y se abocaron a la reconstrucción del territorio en el primer día del alto el fuego por tiempo indefinido.

Los comentarios de Netanyahu, hechos en una conferencia de prensa televisada celebrada en el horario de mayor audiencia, parecieron destinados a contrarrestar fuertes cuestionamientos internos por los resultados de la operación militar de siete semanas, que dejó más de 2.100 palestinos muertos.

Dirigentes ultranacionalistas que integran la coalición de gobierno de Netanyahu, así como residentes de las ciudades del sur de Israel que fueron blanco de cohetes disparados desde Gaza, señalaron que la ofensiva fue un fracaso porque no logró la destrucción de Hamas ni detuvo su fuego de morteros y cohetes.

"Israel consiguió un gran logro militar y político", dijo Netanyahu en la conferencia de prensa, y agregó que "Hamas recibió un fuerte golpe" y que su gobierno "no aceptó ninguna de las exigencias" del movimiento islamista en el marco del sorpresivo alto el fuego alcanzado ayer con la mediación de Egipto.

El armisticio puso fin inmediato a las hostilidades y contempla un alivio del bloqueo israelí de Gaza para permitir el ingreso, bajo supervisión internacional, de alimentos y medicamentos y materiales para la reconstrucción de la región costera, sumida en una crisis humanitaria crónica agravada por los bombardeos de Israel.

Pero las exigencias centrales de Hamas serán discutidas en una futura ronda de negociaciones que se espera se celebre el próximo mes en Egipto, entre ellas la reapertura del puerto y el aeropuerto de la empobrecida Gaza y que Egipto abra el paso fronterizo de Rafah.

Israel, por su parte, exige el desarme de Hamas.

Junto a su ministro de Defensa, Moshe Yaalon, y al jefe del Estado Mayor Conjunto israelí, general Benny Gantz, el premier Netanyahu dijo que Israel "no tolerará" más ataques con cohetes y que responderá "aún con más dureza" si éstos de reanudan, informó la cadena BBC.

El jefe de gobierno aseguró que la ofensiva logró dar muerte a unos 1.000 milicianos palestinos, entre ellos varios jefes militares, y la destrucción de miles de cohetes y de lanzaderas de cohetes, así como de instalaciones para su fabricación, depósitos de municiones, centros de comando y de control.

En el frente diplomático, el primer ministro dijo que Hamas quedó aislado internacionalmente y que Israel y su ofensiva recibieron "legitimación de la comunidad global".

El Ejército israelí lanzó miles de bombardeos y otros ataques en Gaza desde el 8 de julio, en una incesante ofensiva que ayer llegó a su fin y que dejó al menos 2.140 palestinos muertos, en su gran mayoría civiles, según la ONU y autoridades palestinas.
Del lado israelí, en el mismo periodo murieron 70 personas, todas ellas soldados menos seis civiles.

Israel dice que Hamas fue responsable de la alta cifra de víctimas civiles, acusándolo de haber lanzado ataques desde áreas residenciales y de haber usado edificios, mezquitas y colegios para darse cobertura. Los bombardeos israelíes destruyeron miles de viviendas, dejando a unos 450.000 personas sin hogar.

Horas antes de la conferencia de Netanyahu, su canciller, el ultraderechista Avigdor Lieberman, volvió a criticar el alto el fuego y el hecho de que el primer ministro lo aprobara sin presentarlo antes al gabinete de seguridad.

"Mientras Hamas gobierne en Gaza, será imposible garantizar la seguridad de los ciudadanos israelíes e imposible alcanzar un acuerdo diplomático", escribió Lieberman en Facebook.

Sin nombrarlo, Netanyahu le respondió que dirige a Israel "con responsabilidad" y que no se preocupa por el "populismo en Facebook, sino por la seguridad de Israel".

Según las encuestas más recientes, la popularidad de Netanyahu cayó del 85% al 38% desde el inicio de la ofensiva.

Con la misma retórica triunfalista y ante miles de seguidores en la Franja, el líder de Hamas en Gaza, Ismail Haniye, consideró "una victoria de la resistencia islámica" el alto el fuego y aseguró que, "tras esta victoria, la resistencia armada se prepara ahora para la liberación de Jerusalén".

"Este tipo de batalla nunca había tenido lugar en la historia de la ocupación. La resistencia armada palestina se ha ganado la admiración del mundo y ha logrado sorprender a Israel", agregó ante una masa enfervorecida Haniye, que durante los casi dos meses de conflicto permaneció oculto.

En tanto, los comerciantes gazatíes volvieron a abrir sus negocios y los pescadores volvieron a sacar sus barcos al mar en el primer día de plena reanudación de actividades tras los 50 días de bombardeos, mientras organizaciones no gubernamentales comenzaron las labores de reconstrucción de la franja.

Delante queda una tarea ingente, que según explicaron a la agencia de noticias EFE cooperantes internacionales, necesitará varios años, miles de millones de dólares y un marco político más estable que el frágil acuerdo logrado.