El próximo domingo, 143 millones de electores determinarán quién presidirá al Brasil en el próximo período, aunque se descuenta que habrá un balotaje entre la oficialista Dilma Rousseff y la evangelista y ecologista devenida neoliberal Marina Silva. Se trata de las elecciones más disputadas en medio siglo.
 
Tras la muerte de Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño, el candidato original de la lista que impulsa ahora a Marina Silva, la ex funcionaria de Lula tuvo un crecimiento exponencial que la llevó a rondar el 30% de intención de voto en la primera ronda y a tener una ventaja de uno o dos puntos en una eventual segunda vuelta contra la actual presidenta brasileña, un resultado que los encuestadores consideran de “empate técnico”.

Sin embargo, en las últimas dos semanas se registró una caída de Silva por debajo del 30% de intención de voto en primera ronda, con un repunte de Rousseff tanto para el domingo cuanto para un eventual balotaje. Asimismo, hubo una sensible baja en el número de indecisos y dispuestos a anular su voto, añadió Pignotti.