“Lo que necesitan los músicos argentinos es que se los estimule con sus sueños, como a mí ahora se me está cumpliendo el sueño del bandoneón argentino", apuntó el luthier,
Desde la misma perspectiva, Fischer sostuvo que "algunos años atrás dijeron que el bandoneón se encontraba en extinción, pero no hay nada más mentiroso que eso”.

Para poner esa sentencia en números, expresó: "En mi trabajo de restaurador recibo de cinco a seis pedidos de bandoneones para nuevos músicos por semana en el taller-escuela, lo que también demuestra que no es cierto que el instrumento sea de elite como marcan algunos".

Consultado acerca del tipo de trabajo que desarrolló para crear el “Fischer”, destacó que dicho bandoneón “no está concebido como algo artesanal, muy por el contrario es producto de un proceso de trabajo de equipo, integrado por unas 12 personas, que permite una construcción en serie de 100 bandoneones por año”.

Este equipo de luthiers se nutre básicamente de la Escuela de Luthiers de La Casa del bandoneón, lo que garantiza los recursos humanos para desarrollar el proyecto, algo impensado en otra época.

“Esta propuesta -insistió el especialista- desmitifica aquello que alguien dijo en Europa acerca de que no se pueden construir nuevos bandoneones”.

Para ponerle el cuerpo a esa certeza, Oscar viajará en los próximos meses a Europa a presentarlo, invitado especialmente por distintas ferias de Francia.

Fischer explicó que el material con el que está hecho el instrumento es casi todo argentino, salvo unos implementos que se compran en República Checa.

Pero enseguida avisó: "Si hacemos algunos ajustes, a este bandoneón lo podemos construir totalmente nacional". Y anticipó que "para hacer la industria capaz de construir 100 bandoneones por año se necesita una máquina que cuesta 150.000 dólares".

A la espera de ese paso industrial, Oscar aseveró que "este es el momento elegido para la presentación del "Fischer" por los acontecimientos políticos y sociales que nos acompañan".