“Son personajes de una familia que se quieren mucho. La paradoja del espectáculo sería, básicamente, cómo uno puede hacerle mal al otro a pesar de amarlo”, explicó Muscari.

Alejada del universo siempre entre bizarro y trash que proponer Muscari en sus creaciones teatrales, “El secreto de la vida” se asoma por primera vez en su prolífica carrera como autor a una propuesta más realista.

La obra cuenta cómo los nueve integrantes de una familia que estaba desperdigada por el mundo vuelve a reunirse en la casa de sus padres ante el anuncio de una noticia trágica: su padre, Augusto (Manuel Callau), tiene una enfermedad terminal.

Un poco como sainete y otro tanto como mecanismo de defensa, la muerte inminente de la cabeza del clan se convierte en un tema absolutamente secundario en un tendal de situaciones ridículas que develan nuevos conflictos y desempolvan viejos rencores.

“Son como los Campanelli pero en versión snob -completó el autor-, porque tiene el origen en lo tradicional pero los personajes están atravesados por temas absolutamente contemporáneos”.

Así es como van llegando a la casa familiar Justina (Andrea Politti), hija mayor y escritora de best sellers con su joven nueva pareja, Chano (Nicolás Pauls), un hombre obsesionado por el sexo.

También aparecen Sofía (Brenda Gandini), la hermana del medio que trabaja en la línea de asistencia al suicida con su pareja gay (María Socas) embarazada por inseminación artificial y, Rober (Nazareno Casero), el menor, recién salido de una granja de recuperación de adicciones.

“Mi personaje es Augusto, dueño de casa y padre de familia, que está en conflicto con su mujer por distintas razones, entre ellas, porque se está por morir”, contó Callau a esta agencia en un alto de los ensayos de la obra cuyo elenco completan Gustavo Garzón y Emilia Mazer.

Añadió que “pero cuando la familia se reúne para tratar este tema, pareciera que todo lo importante pasa a la periferia; todos esquivan lo esencial que es la enfermedad de este tipo y ponen sobre la mesa sus propios problemas, sus propias miserias”.

En esta suerte de caleidoscopio de mezquindades humanas que teje “El secreto de la vida” es que se asoma esa paleta tan propia de Muscari, donde las contradicciones, las fantasías y lo audaz brotan como protagonistas exclusivos de su obra.

“Para mí -resaltó Callau- este texto es la continuidad actual del teatro de grotesco, donde el dolor y el humor aparecen en perfecta armonía y de la mano”.

Al respecto, Muscari agregó que “es una comedia dramática con mucho humor negro y mucha verdad. Apela a que el público se ría pero, primero, para eso, necesito que crea que lo que está viendo ahí es verdadero. Y eso la vuelve singular”.

En una propuesta que repite la dupla entre Muscari y el productor teatral Javier Faroni, que ya se probaron en “8 mujeres”, “En la cama” y “La casa de Bernarda Alba”, el director rescató que “la incomodidad del texto se resuelve a través del humor”.

“No se trata de una obra panfletaria ni que busque dejar un mensaje del estilo 'te muestro lo que pasa con tu familia', porque yo soy mucho menos ambicioso como creador, hago la obra de teatro que a mi me gustaría ver, no la que me gustaría que me enseñe algo”, reflexionó el también director de puestas como “Escoria” y “Shangay”.

En ese sentido, Callau -que se incorporó más tarde a los ensayos en reemplazo de Patricio Contreras- rescató que la intensidad del texto lo obligó a explorar nuevos ritmos de creación artística: “Yo no soy un actor que trabaja sobre certezas o seguridad. No creo en los que están convencidos de que tienen todo en la cabeza y desde el vamos. Para hacer este trabajo hay que explorar y esta obra exige mucho”.

Precisamente para eso, Muscari se nutrió de un elenco tan diverso como colorido, capaz de alcanzar y recorrer distintas intensidades: “Todo lo que puede llegar a buscar un espectador está en esta obra”, sentenció.

“La diferencia de registros, de trayectorias, de recorridos que tiene cada actor, aparece. La dificultad, de hecho, fue encontrar ente todos nosotros un mismo lenguaje, no para unificarnos, sino para conducir este producto hacia un mismo lugar”, asumió.

Sin embargo, a pesar de la complejidad inicial, el realizador que en 2011 se animó a pasar por la pista del concurso Bailando por un sueño del "ShowMatch" de Marcelo Tinelli, estaba convencido de querer para “El secreto de la vida” un elenco estelar.

“La idea fue que los nueve actores fuesen personas conocidas con una trayectoria en cine, teatro y televisión pero mostrarlos haciendo algo diferente”, reveló.

“En ese sentido -dijo- esa novedad es lo que nos mancomuna y nos da un único código a todos. Si bien todos venimos de vertientes distintas, con recorridos en la profesión que nos hace muy singulares, la unión es la obra”.