Por Laura Caragliano



En la película “Juan y Eva” más que escenas, uno puede ver pinturas. Las imágenes ponen nuestros ojos en el mismo lugar que los puso la directora Paula Luque. La estética elegida es perfecta.

Cuando Eva Perón aparece por primera vez en la historia teñida de rubia, lo hace en un sillón.
El cuadro muestra a la pareja de atrás. Se ve la cabellera rubia y ondulada sobre el hombro de Perón.

La escena es la favorita de la directora y no es para menos. Nunca mejor transmitida la unión que había entre esas dos personas.
La mirada de Julieta Díaz es una película aparte. Uno sabe que puede provocar a través de gestos o palabras, pero ver el brillo en los ojos de la actriz es creer en la historia.

Luque recorta para contar desde el terremoto ocurrido en la ciudad de San Juan, en enero de 1944, que da origen a la historia de amor de Juan Domingo Perón (Osmar Núñez) y Eva Duarte (Julieta Díaz). Se narra la construcción de esa relación íntima en el marco de acontecimientos vertiginosos, desde enero de 1944 hasta octubre de 1945, período durante el cual se consolidan como pareja.

La música no es elemento menor en la trama, le produce al espectador la vibración de cada fragmento de la vida de los protagonistas.
Color, música, fotografía, sombras y luces, todo lo que una obra de arte puede tener.