El violonchelista Carlos Nozzi se presenta con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, con dirección del maestro Enrique Arturo Diemecke. El concierto contará con obras de Aram Khachaturian y Johannes Brahms.

Las obras programadas son el Concierto para violonchelo y orquesta en Mi menor, Op. 65 de Aram Khachaturian (1904-1978) y la Sinfonía Nº 1 en Do menor, Op. 68 de Johannes Brahms (1833-1897).

La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires obtuvo dos Premios Konex de Platino como la mejor orquesta argentina de las últimas dos décadas, en 1999 y en 2009. Recientemente, ha sido distinguida con el Premio “Mejor Orquesta Sinfónica Argentina” de 2012 por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina.

Desde 2007, el maestro mexicano Enrique Arturo Diemecke es director musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Como director artístico este año realiza su segunda temporada al frente de la Filarmónica de Bogotá, la duodécima con la Sinfónica de Long Beach (California) y la vigesimocuarta con la Sinfónica de Flint (Michigan). Dirige con frecuencia orquestas de todo el mundo. La Sociedad Mahler le otorgó una medalla por sus versiones de las sinfonías completas y fue galardonado con el Grand Prix de l'Académie du Disque Lyrique en varias ocasiones.

Desde 1983 Carlos Nozzi es solista de violonchelo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Actuó como solista tanto en el país como en el exterior. Integra el Grupo Encuentros de Música Contemporánea -con el cual actúa en Europa, EE.UU., China y Latinoamérica-, el Trío Clásico de Buenos Aires y el Cuarteto Argentum. Es director musical del ensamble Violonchelos Argentinos y profesor del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Forma parte de conjuntos de jerarquía de música popular como lo fue el Sexteto Nuevo Tango, creado por Ástor Piazzolla en 1989.

Aram Khachaturian abordó casi todos los géneros, pero sobresalió en la música instrumental. En ella plasmó sentido del ritmo y colorida orquestación, empleando melodías populares de su país natal con un sentido folclórico alineado con la primera generación nacionalista rusa. Para cada integrante del famoso trío formado por David Oistrakh (violín), Sviatoslav Knushevitsky (chelo) y Lev Oborin (piano) compuso conciertos y conciertos-rapsodias. Escribió último el Concierto para violonchelo (1946), aunque fue el primero que consideró componer cuando era estudiante de violonchelo en el Instituto Gnessin.

Expresó Johannes Brahms: “Nunca comprenderá usted lo que sentimos los músicos cuando oímos detrás de nosotros el paso de un gigante como Beethoven”. Las expectativas depositadas en él como continuador de la obra sinfónica beethoveniana explican que recién a los 43 años concluyera la Sinfonía Nº 1 (1876). Se sintió preparado no sólo luego de componer el Réquiem alemán (1868) y las Variaciones sobre un tema de Haydn (1873), sino luego de asumir la dirección orquestal. La Sinfonía, a pesar de tener raíces estéticas y técnicas tradicionales, es una obra original con un lenguaje claro y compacto.

Puede consultar mayor información al www. teatrocolon.com.ar


Fuente: Martín Leopoldo Díaz