La salida de Alex Ferguson tras 27 años en el banco de suplentes del Manchester United, llevó a que la conducción técnica recaiga en David Moyes. Pero el ex DT del Everton tuvo una muy mala temporada y esos magros resultados lo 'eyectaron' de su cargo de manera prematura.

Mientras los directivos de los "Diablos Rojos" planean quién será el entrenador durante el próximo torneo y piensan en el holandés Louis van Gaal como principal opción, confiaron en el histórico Ryan Giggs para que se transforme en el DT interino, con el condimento que sigue siendo parte del plantel profesional. El galés, que lleva 24 años en el club donde jugó toda su carrera, afronta sus últimos días como futbolista y, al mismo tiempo, lleva adelante el 'barco', junto a otro histórico, Paul Scholes, que se retiró el año pasado.

Tras estar dos partidos en el banco de suplentes vestido de traje y sin aparecer en la lista de concentrados, el atacante decidió colocarse como relevo en el partido ante Hull City pendiente de la 34ª fecha y luego se puso en el partido para vivir su último juego como jugador. Dicho encuentro es el último de la temporada en 'Old Trafford' y Ryan, a sus 40 años, tenía ganas de despedirse en su casa.

"Lo tomaré en consideración, pero también quiero ganar el partido como técnico. Quiero hacer lo que más convenga para ganar el partido. El escenario perfecto sería entrar y anotar el gol decisivo, pero las cosas no siempre resultan como uno quiere", avisó en la previa.

Poco antes del primer tiempo, después de realizar varias indicaciones y consultar con sus ayudantes de campo, Giggs, que dirige su tercer partido (ganó en el debut ante Norwich 4-0 y cayó la fecha pasada ante Sunderland), empezó a realizar algunos movimientos precompetitivos.

Pasado el minuto 69, y tras el descuento de Hull, Ryan decidió 'tirarse' al campo de juego en lugar de Tom Lawrence, recibiendo la merecida ovación para vivir su 963º encuentro con esa camiseta, con la que ganó 36 títulos y jamás recibió una roja.

Ni cinco minutos habían pasado desde que pisó el campo de juego y tuvo una gran oportunidad para alcanzar el gol, obsesión del galés ya que anotó en todas sus temporadas con la casaca del equipo jugando la Premier League, menos en esta. Remató desde la medialuna y el defensor rival la tocó con la mano dentro del área, pero el árbitro no pitó el penal. Giggs, enojado, le reclamó en la cara.

Luego se despachó con la asistencia del tercer tanto. Recibió en tres cuartos, giró con mucha tranquilidad y habilitó a Robin Van Persie, quien tras un rebote, colocó el balón en el palo derecho para poner el 3-1 con el que finalizó el choque.