La búsqueda empezó ni bien los dirigentes de Boca tomaron la decisión y despidieron a Carlos Bianchi. Coincidieron en que era el momento de un entrenador joven, con cercanía generacional con el plantel e identificado con el club. Los requisitos les apuntaban a Guillermo Barros Schelotto, sobre todo, y a Martín Palermo.

Pero las obligaciones contractuales en Lanús y en Arsenal complicaron el panorama para los ídolos. Entonces, coincidieron: el nombre era Rodolfo Arruabarrena, otro que supo como jugador de los tiempos de gloria azul y oro. Más atrás, y por cualquier eventualidad, aparece como una segunda alternativa Juan Antonio Pizzi.