Según un informe oficial, los alquileres en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aumentaron un 25% en el último año. Además, y por efecto de la inflación, algunos contratos ya se renegocian con cláusulas que establecen subas semestrales, cuando antes las actualizaciones se hacían una sola vez por año.
 
Los datos surgen de un informe realizado por la Dirección de Estadísticas del Gobierno porteño. Entre mayo del año pasado y mayo último, el alquiler promedio de departamentos de dos y tres ambientes de 50 metros cuadrados pasaron de $3.204 a $3.955. La suba del 25%, de todas formas, fue menos que el 39,5% que se registró de inflación.
 
La escalada de la inflación, sobre todo en los primeros meses de este año, provocó que apareciera una nueva forma de negociación. José Rozados, de la consultora Reporte Inmobiliario, explicó: “Los departamentos que aparecen en los avisos tienen alquileres que rondan el 25% de aumento respecto del año pasado. Pero en las renovaciones de los contratos ya existentes se están empezando a plantear actualizaciones semestrales. Antes, en un contrato a dos años se acordaba un monto para el primer año y un 20% a 30% de suba para el segundo, ahora en muchos casos se están pactando un 12% a 15% de incremento semestral”.
 
Por Continental, José Luis Griselli, presidente de la Asociación de Defensa de Inquilinos, consideró que “hay más por venir. Es la continuidad de algo que ya se veía dando y lo veníamos denunciando en 2013. En algunos casos ha llegado casi a un 50 por ciento. Hay que ser muy cuidadoso con la indexación de alquileres, porque  entramos en un período de incertidumbre y no sabemos si la Ley de Emergencia Económica no habrá que aplicarla de nuevo en pocos meses”, alertó en La Mirada Despierta. 

Según analizaron en el informe del Gobierno porteño, los alquileres no subieron aún más por dos factores. Primero, la fuerte caída en la compraventa de inmuebles hizo que muchos dueños de departamentos, en lugar de venderlos por precios que consideran bajos, los hayan volcado al mercado de alquileres, con lo cual aumentaron la oferta de unidades disponibles. Esto vino a compensar el hecho de que cada vez menos gente puede comprar su vivienda, por el encarecimiento de los créditos hipotecarios.
 
El otro tema es la capacidad de pago de los inquilinos. El salario real, según la Ciudad, tuvo el año pasado una suba del 33% promedio, 6,5% menos que la inflación, por lo tanto la gente perdió poder adquisitivo y entonces los dueños no pueden pedirle alquileres mucho mayores. “Los inquilinos pueden destinarle al alquiler no más del 25% a 30% de sus ingresos, porque también tienen que afrontar otros aumentos, como expensas e impuestos”, alertan las ONG defensoras de los derechos de los inquilinos.