Hace 15 años el prestigioso médico cirujano René Favaloro se suicidó, con un tiro en el corazón.

Realizó 13.000 bypass hasta sus 69 años cuando decidió dedicarse íntegramente a la enseñanza. La Fundación le permitió formar más de 400 médicos residentes bajo su supervisión directa y desde entonces su prestigio continúa.

Hacia el año 2000, las recurrentes crisis económicas y las trabas de la burocracia estatal angustiaron al doctor, que temía por el futuro de su fundación.

En el año 2000, decidió quitarse la vida en su casa de Barrio Parque. Después de su muerte se supo que le había enviado una carta al entonces presidente de la nación, Fernando De La Rúa, en la que expresaba su cansancio de “ser un mendigo en su propio país”, y allí le pedía ayuda para recaudar fondos para la fundación.

Favaloro tenía 77 años. Nació en La Plata el 12 de julio de 1923, hijo de un carpintero y de una modista. En 1949 se graduó como médico en la Universidad Nacional de La Plata.

Su trascendental aporte a la cirugía cardiovascular fue la técnica del bypass. Consistía en salvar las obstrucciones en los vasos sanguíneos al construir un puente entre dos venas o arterias. En 1992, el New York Times lo consideró un héroe mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la medicina cardíaca.

Recordamos un fragmento de la carta que escribió el cirujano antes de su muerte:
“Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco”.


Lo recordamos con una entrevista que le hicieron en “Tiempos modernos”, en Radio Continental, en el año 1998.