Dentro de tu piel, en tu piel, dentro de su piel, en su piel. ¿Qué te dice esta frase? He conocido muchas personas heridas, conozco mis propias heridas y debajo de todo sufrimiento subyace una fuerza vital inimaginable. Hay un callado conocimiento que nace del proceso de curar nuestras heridas, las heridas que vivimos todos los días. Damos un enorme paso hacia la verdad, hacia la libertad, cuando dejamos de culpar afuera. Cuando nos hacemos responsables de nuestro sufrimiento. Esa es una práctica difícil, la práctica del perdón. Porque el perdón precisa fuerza, valor, precisa de una buena cantidad de tiempo. Cada uno debe de tomarse el tiempo que necesite. Precisa sobre todo un  inmenso anhelo de liberación, de libertad. ¿Cómo perdonar lo innombrable?

Primero, no eres víctima de nada, todo se puede remediar, puedes mirarlo de otra manera. Porque lo que sientes está dentro de ti y tú tienes el poder de tu vida, y eso requiere de una decisión. Cómo perdonar lo imperdonable, cómo perdonar a quienes nos han hecho daño, han violado nuestra inocencia,  nuestras creencias, lo más sagrado que tenemos. Creer en el ser humano, en el alma. ¿Cómo abandonar nuestra identidad de maltratados/as? Da la impresión de que la maldad queda impune, es como si se justificara. Si perdono olvido, si olvido aquello no ha sucedido, y entonces ¿qué pasa? El perdón no es solo para “ellos”. El perdón también nos libera a nosotros/as, te va a permitir liberarte del ciclo  interminable del dolor, de la rabia, del resentimiento.

¿No te das cuenta que mientras eres prisionero de tu verdugo, estás vinculado a él o ella? Es casi un romance inacabado. ¿Cómo lo  hago? Primero debe producirse una decisión terminal de acabar con el dolor. Piensa en alguien que te hizo daño de verdad. Alguien que se aprovechó de ti, que te utilizó, alguien que no haya sabido amarte y viste esa persona de color negro. Perdonar no significa que te vuelva a pasar o que vuelvas a vivir o retomes esa relación. Creemos que la rabia nos va a salvar pero esta es una falsa creencia de poder.

Del mismo modo que el grito es miedo, la rabia fuera de su lugar y de su momento adecuado es un tóxico para uno mismo. Tu energía esta presa mientras no perdonas. Si nos compadecemos de nosotros mismos, estamos derrochando la energía que necesitamos para superar la violencia.  Necesitamos de toda nuestra energía para enfrentarnos a la energía que se disipa en la violencia, pero incluso para ir más allá de la violencia, controlar tu rabia es otra forma de violencia porque el controlador es lo controlado. Si no te perdono, te tengo. Hay un puente que nos une, “no voy a olvidar lo que me hiciste. Voy a ser infeliz pero tú también lo vas a ser”.

¿Merece la pena? ¿Quieres de verdad terminar con esta cadena que os une? ¿Lo deseas de verdad? Se puede perdonar y se puede hacer si se comprende lo que ha sucedido, por qué, para qué y cuál fue su fin. Como decía al principio, dentro de su piel, en su  piel. Y sé que esto es mucho, y en ciertos casos es casi una locura pedirle a alguien que se ponga en la piel de su agresor, pero asi es como debes sentirte. Poder mirar desde sus ojos. Quizá te estemos pidiendo demasiado, si así es, quizás no ha llegado el momento. Pero si de verdad quieres romper esas cadenas tendrás que ponerte en la piel del agresor y ver su propia historia personal. Casi seguro, te hizo lo que  le hicieron. No perdonamos en cierto sentido el acto, ni siquiera la violencia, perdonamos a los actores, les perdonamos por el sufrimiento que ellos también han padecido. No te quedes por más tiempo en ese baile del sufrimiento, de las relaciones neuróticas. Cada vez que ese acontecimiento entra en tu vida, entra esa persona, te vuelve a violar, a pegar, a engañar, a no darte amor. Volvemos a encender el proyector de la película y a revivirla. Con la repetición creemos que podemos destrozar la cinta grabada, a  base de usarla, pero no es así, ahondamos en la herida y la acunamos como si fuera lo más importante de nuestra vida. Sí, es parte de tu historia y por ello has crecido. Seguro que sí. Pero por qué no cambiar ya de guión, de actores.

¿Hasta qué punto ser víctima de una agresión, no te da una cierta importancia? Eres la persona elegida. ¿Lo has pensado alguna vez? ¿Has conectado con esa omnipotencia que da ser el elegido, la elegida? Perdonar a nuestras parejas, hermanos, amigos, desconocidos, jefes, perdonar a la vida. “No me merezco esta vida”. La injusticia forma parte de la vida. El perdón es el arte marcial de la conciencia que equivale al compromiso personal de un encuentro verdadero.

Todo acto de una persona, o es amor o es una petición de socorro. Nuestro poder, tú poder reside en no reaccionar ante el ataque. ¿Cómo nos defendemos? Que sea el otro el que cambie. Tu puedes ver más allá de las apariencias, estás en un camino de crecimiento interior, en un camino espiritual verdadero y auténtico. Tú sabes más por lo tanto tienes más responsabilidades. El perdón, tras las penurias y las dificultades, va a abrir tu corazón y te va a liberar. Esto no significa olvidar. ¿Sabes lo que pasa cuando uno perdona? Yo te perdono pero no olvido. No es por ahí. Cuando se perdona, ya no es importante olvidar o no olvidar. Estás ya en otro nivel. Tras el perdón se abre una puerta, es inmensa, mágica. Creíamos que nunca viviríamos tal cosa. Se abre la puerta del agradecimiento.

El agradecimiento no puede definirse con palabras. Es inconmensurable. No tiene sonido y con él te preñas nuevamente de dignidad. Todo se convierte en un sagrado momento que el verbo no puede definir. Es la inmensidad que da la dicha de ser libre. Gracias por lo que me sucedió, porque he crecido. Entrega tu sufrimiento, entrega tu dolor, entrégate a la vida. Que sea la propia vida la que te proteja. Tú eres la vida. Tu parte más luminosa, más sagrada. Hagan lo que te hagan, eres absolutamente intocable. El odio jamás se sana con el odio. Solo lo sana el amor. Esta es una ley antigua y sagrada. Si quieres conocer a los valientes, busca aquellos que sean capaces de perdonar. Si quieres conocer a los héroes, busca aquellos que son capaces de devolver amor por odio.