En Annobón, Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang cargó contra uno de “nuestros hermanos traidores”. Llamó de ese modo a Tutu Alicante, oriundo de esa isla, radicado desde los noventa en los Estados Unidos. Alicante no piensa regresar por temor a las represalias del régimen más longevo de África. “No le temo a Obiang, pero sus colaboradores pueden inventar un accidente para liquidarme”, me dice. Es abogado por la Colummbia Law School y la Universidad de Tennessee. Dirige la organización no gubernamental Equatorial Guinea Justice, promotora de los derechos humanos, el Estado de derecho, la transparencia y la participación cívica en su país.

La primera vez que Obiang tildó públicamente de traidor a Alicante estaba presente una de sus hermanas y, según le confesó, abochornada, “supo en ese momento qué era sentir la piel de gallina”. Tanto ella como su madre y sus otros dos hermanos se adaptaron a las circunstancias, absteniéndose de emitir opiniones contrarias al régimen. Obiang cumplió 37 años en el poder el 3 de agosto. En esa fecha, en 1979, derrocó a su tío, Francisco Macías, por medio de un movimiento de nombre paradójico para la sustitución de una dictadura por otra dictadura: Golpe de la Libertad. El sobrino resultó ser un autócrata como el tío, cobijando la represión, la corrupción y la censura.

Guinea Ecuatorial, colonia de España hasta 1968, es rica en recursos naturales. Sobre todo, en petróleo. En 1996 comenzó la extracción. La inició Mobil, seguida por otras multinacionales norteamericanas. Esa fuente de ingresos, según Alicante, inhibe la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de los Estados Unidos a pesar de las pésimas calificaciones del régimen en derechos humanos, políticos y civiles. Todo remite a la actitud de la antigua potencia colonial, España, renuente a involucrarse “por los negocios de algunos políticos” con Obiang.

La población de Guinea Ecuatorial dispone a rachas de agua y electricidad, así como de sustento, mientras Obiang y los suyos dilapidan fortunas en propiedades y excentricidades. En estos años, los sucesivos gobiernos españoles del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) “poco y nada han hecho para frenar los excesos de la dictadura”, afirma Alicante tras participar en Buenos Aires de la Conferencia por el Día Internacional en Recuerdo de las Víctimas del Totalitarismo, organizada por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), presidido por Gabriel Salvia; Puente Democrático, y el Instituto Václav Havel.

La caída del precio del petróleo agravó aún más la situación de Guinea Ecuatorial. Las tres cuartas de la población, de 775.000 habitantes, vive bajo el umbral de la pobreza. “Las personas no tienen comida ni hospitales para atenderse”, dice Alicante. El hijo mimado de Obiang, Teodorín, de 47 años de edad, debió vender en los Estados Unidos una mansión valuada en 33 millones de dólares, una Ferrari y esculturas de tamaño real de Michael Jackson, su ídolo, para no ser acusado de fraude en ese país. En Malabo, la capital, atesora el guante de cristal Swarovsky popularizado por el rey del pop, la chaqueta que lució en el video Thriller y sus discos de oro y platino.

“Si a un guineano le preguntas cómo le va, te responderá en pichinglis (inglés mezclado con palabras de otras lenguas, habitual en los puertos de África) que está sobreviviendo”, dice Alicante, establecido con su mujer y sus dos hijos en Chapel Hill, sede de la Universidad de Carolina del Norte. En 2003, el dirigente opositor Severo Moto creó el Gobierno de Guinea Ecuatorial en el Exilio y orquestó fallidos golpes de Estado. Al año siguiente detuvieron a 64 mercenarios en el aeropuerto de Harare, Zimbabue. Planeaban derrocar a Obiang. En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, cayó Mark Thatcher, hijo de la ex primera ministra británica, acusado de financiar una asonada militar.

En abril de 2016, Obiang, de 74 años de edad, resultó reelegido por cuarta vez por el gubernamental Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE). Obtuvo el 93,7 por ciento de los votos. La oposición nada pudo hacer. Algunos de sus líderes están presos. El Estado controla los medios de comunicación. Obiang, enfermo de cáncer, nombró vicepresidente y encargado de la defensa y de la seguridad a su hijo Teodorín, capaz de gastarse un millón de euros en un solo fin de semana en coches de lujo y champán. Está procesado en Francia por corrupción, blanqueo, desvío de fondos públicos y abuso de confianza. De la dimisión de su padre depende su inmunidad.

Jorge Elías

Twitter @JorgeEliasInter y @Elinterin
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