Tan frágil como la flor que lleva ese nombre. Cinco pétalos de color azul para simbolizar el amor desesperado. Frágil y a veces débil como la memoria. Se llama Nomeolvides, escrito todo junto, como si fuera una sola palabra y hasta diríamos una sola oración que implica un rezo, una plegaria, un pedido sin consuelo. Es difícil explicar qué nos lleva a los seres humanos a medir la durabilidad de algo que caducó cuando necesitamos que no quede en el olvido. Es una imperiosa necesidad de dejar una huella marcada a fuego en terceras personas, como si eso hiciera perenne algo que materialmente ya no existe, pero espiritualmente pareciera que sí. Que una pareja nos recuerde con los buenos momentos vividos, si los hubo, pareciera que nos conforma y reconforta. Que no se olviden de nosotros ayudaría a sentirnos importantes. Pero si en esa historia vivida hubo recuerdos ingratos, seguramente, sería preferible que pudiéramos activar la tecla borrador del disco rígido de la memoria humana para que esa situación quede en el olvido. Muchas veces, la imposibilidad de recordar algo nos altera porque sentimos que el alemán Alzheimer se apropia de nosotros sin la edad avanzada y a pasos agigantados. Los médicos que trabajan con el aspecto cognitivo de la memoria minimizan esa cuestión y explican que aquello que hoy no recordamos puede ser algo pasajero, que sin esfuerzo próximamente, resucitará solito en nuestra mente. Algo que hemos estudiado, aquello que hemos memorizado, buena parte de lo que hemos aprendido, es probable que en algún momento lo olvidemos. No será suficiente con que nos atemos una cinta a uno de nuestros dedos de la mano para recordar que algo debíamos hacer. O que anotemos como ayuda memoria a modo de agenda, algo que debemos realizar porque quizás, no nos acordemos dónde fue que dejamos esa esquela. Nos olvidamos del vencimiento del pago de un servicio público, y encima de la alta tarifa que no paró de ajustarse, nos vendrán el corte y el cargo de reconexión. Nos olvidamos los números de teléfono importantes, porque nos acostumbramos a la maldita agenda del celular y se transforma en un problema cuando terminó en poder de los moto-chorros.

Nos olvidamos la fecha de cumpleaños de un amigo o un familiar, porque ese día no le prestamos atención al alerta del Facebook. Seguramente, la única fecha que no nos olvidamos es la de nuestro nacimiento, aunque como en mi caso, hoy mismo, quisiéramos dejar en el olvido las 54 velitas que debo soplar, y que en esa cantidad parece que voy a necesitar un vendaval para apagar tanto fuego. Por suerte, inventaron los números que por dígito resumen con solo dos velas la edad del cumple. Lo terrible es que ya encargamos la torta y nos olvidamos de comprar las velitas con el 5 y el 4. Una frase acuñada por nuestros abuelos nos decía que éramos cabeza de novia, porque suele estar tan enamorada y preocupada por todos los detalles de la boda, que se le escapan otras cuestiones que también son urgentes e imprescindibles. ¿O te acordás cuando de chicos, al regresar del cole con algunos faltantes en la cartuchera y sin el libro que tanto, tanto trabajo había costado comprarlo, nos decían que no nos olvidábamos la cabeza porque la teníamos pegada al resto del cuerpo? Cómo acordarse a quién se lo habíamos prestado o en qué lugar del aula habíamos dejado esos útiles por no prestar la debida atención de guardarlos en tiempo y forma. Por eso, institucionalizamos colocarle nombre y apellido a cada artículo, para que como si fuera el documento, quien lo encuentre que lo devuelva. Deberíamos pegarle a cada lápiz, goma de borrar, regla y transportador, una etiqueta que en realidad diga “Nomeolvides”, como las flores. Los científicos aseguran que el cerebro tiene la capacidad de recordar lo interesante y se encarga de olvidar espontáneamente lo que nada aporta. Si fuese así, recordar a una ex novia es porque nos dejó su marca. Y olvidar algún hecho de la vida social y política pareciera que pasó sin pena y sin gloria. Una pena que sea así, porque justamente las penas son de nosotros y las propiedades ahora son ajenas cuando antes eran de todos o fueron compradas ilegalmente con nuestros recursos públicos.  Es por ello que vamos a intentar recuperar lo que nos pertenece, como si fuera la memoria, con la promocionada extinción de dominio, por la que como manotazo desesperado, el Presi-Ingeniero sacó un polémico decreto que se debate entre lo legítimo y lo inconstitucional.

Año electoral, en el que se juegan por entero a hacer de la corrupción del pasado un caballito de Troya de la transparencia. En la Década saqueada, los K nos pidieron que acompañemos la recuperación de la memoria en la lucha por los Derechos Humanos de los Desaparecidos. Con odio y rencor, alimentaron la frase Ni Olvido ni Perdón. Tampoco olvidamos esta semana los 30 años del copamiento del Cuartel de La Tablada en otro intento de asonada a la golpeada institucionalidad. Mucho más acá, los cuadernos del chofer Centeno se encargaron de sembrar los detalles de los movimientos ilegales de los que con coronita, robaban para la Corona y para beneficio propio. Eran los tiempos en los que nos advertían que no olvidemos nunca que Mauricio es Macri, con todo el peso propio de un apellido beneficiado por los negocios sospechosos, inclusive con la propia colonia de pingüinos que desde la Patagonia rebelde fueron conquistando oficinas públicas. Ahora, los que se postulen nos dirán que no nos olvidemos de los últimos sufridos tres años a puro aumento salvaje, que asfixió la economía. Pero los contemporáneos, repetirán que no olvidemos la situación que heredaron, cuando nos dejaron subsidiados en un mundo de fantasía, con inflación y pobreza de ficción, dibujadas para distraernos. Si pensás que en esta campaña proselitista que se avecina vamos a escuchar algo nuevo, distinto, auto-crítico, olvidate. Olvidate de esperar soluciones mágicas reales si no es con tu sacrificio, una vez más, poniéndole el lomo al esfuerzo y el pecho a las balas. Estamos resignados a olvidarnos de vivir en un clima de seguridad ideal, cuando cada medida que se anuncia para frenar al delito, se muere en la teoría. La violencia en todas sus formas se potencia con robos y homicidios que parecen inevitables, aunque no quieras olvidarte del protocolo a seguir para que en caso de que te toque en desgracia, no opongas resistencia. No debemos olvidarnos de mantener altas las banderas de la lucha contra los femicidios con un caso más, cuando proclamamos Ni Una Menos. No nos resignamos a olvidarnos de encontrar algún rastro de la odontóloga Gissella Solís Calle en zonas rurales cercanas a La Plata, por el aparente ataque de su novio Casimiro Campos que se mató para que nos olvidemos de juzgarlo.

No debemos olvidar todo aquello que marcó un quiebre, un antes y un después en nuestra lucha contra las mafias. No se Olviden de Cabezas se volvió a escuchar para esta fecha como desde hace 22 años con aquellos afiches con la foto del reportero que iba pegado en las lunetas de los autos y en las vidrieras de los negocios. Olvidar es sinónimo de correr el riesgo de repetir los errores. Aunque tenerlo presente tampoco implica que la Justicia haya hecho su parte para neutralizar el efecto contagio. No es tan simple como un medicamento que no nos debemos olvidar de tomar para que se cumpla con el tratamiento y nos curemos. Nos encontramos con un remedio y pedimos entonces que no dejen de buscar a Emiliano Sala para que no quede en el olvido. Por eso, el remedio fue hasta hora una colecta que logró casi 200 mil euros en pocas horas, que permitiría un rastrillaje particular en el Canal de la Mancha. Ese fragmento de la novela más clásica de la Literatura universal que no podemos olvidar. En algún lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, comienza diciendo Don Quijote, de Cervantes, la obra maestra orgullo de la Real Academia Española. La Academia Real argentina también está orgullosa y tampoco se olvida de ganar. En un verano escaso de turistas y de amistosos, regresó rápido la Súper-Liga para que la Academia del Chacho Coudet salga a pescar un Tiburón en La Feliz. Racing marca el rumbo en la punta porque tampoco se olvidaron de ganar el Halcón que ahora es Ataque y Justicia, y el Decano Tucumano que da cátedra para perseguir a la Academia y quedar tercero, a 8. Tampoco se pincha el Globo, que no se olvida con rencor de Alfaro, que aún no encuentra el rumbo de los navegantes del Riachuelo que remontan las barrancas del Paraná. Boca espera recuperar la memoria en el Parque de Rosario y River prefiere no olvidarse del festejo de la Libertadores en Madrid. La Fiesta Inolvidable no termina pero el Muñeco buscará hoy cambiarle el chip al Millo para recuperar el patrón del fútbol efectivo ante Patronato. La pelota le dio revancha al Sub 20 criollo que en Chile se acordó de ganar para clasificar al hexagonal porque es sabido que todo triunfo nos cuesta un Perú. Hasta la victoria siempre, esas frases que no se olvidan.

Dos hombres que se disputan el poder en Venezuela cantan victoria ante un pueblo al que se olvidaron de contener y alimentar. Maduro, que no se cae por completo, apela a que no se olviden de la ideología del fallecido Chávez. Y Guaidó que armó su estrategia para sacar a su país del olvido oficial, ya tejió acuerdos y transas con los que hasta aquí eran considerados los enemigos íntimos. Pero el imperialismo Trump y el Brasil de Bolsonaro ya plantearon a los venezolanos que deben olvidarse de buscar asilo o refugio. Para nosotros sería tremendo pensar que podemos olvidarnos de ser solidarios. Por eso, conmueve que no hayan abandonado la búsqueda bajo tierra del pequeño Julen, que movilizó al planeta desde España, aunque era casi un hecho que debíamos olvidarnos de encontrarlo con vida, como lamentablemente ocurrió. Ejercitemos la memoria para que lo importante no desaparezca, como las cosechas arrasadas por la inundación del litoral número no sé cuánto. Porque el agua se lleva todo lo que está a su paso, hasta los nutrientes. Esos que son imprescindibles para mantener activa la memoria. No te olvides de recargar un poco más en la SUBE para que logres cubrir tus viáticos diarios ajustados al máximo. Y que no se olviden de negociarte una buena paritaria que te compense parte de la pérdida. Mientras los que pueden no se olviden de refugiarse  en el dólar. Ese billete verde y regente, en la Argentina de los brotes secos, del que ya casi nos olvidamos cuánto valía hace un año. Cotizaba a menos de la mitad. Es que la vida nos pasa por encima, de manera frenética. Nos deja devaluados. Es por eso que cada vez que la democracia nos da la oportunidad de elegir a nuestros representantes, como este año, nos indican que votemos con memoria. Para que quienes ganen no se olviden de nosotros. Entonces, actuamos como ese chico despechado que se siente engañado y desilusionado por su pareja, a la que igualmente, le desea lo mejor. Solo le pide a esa chica que fue su amor, como si se lo exigiera al próximo Gobierno, que en el futuro lo tenga presente porque tuvieron un pasado. Le alcanza con que no lo olviden.