La presidenta, Cristina Fernández, acusó a sectores concentrados de querer voltear al Gobierno con ayuda externa. La jefa de Estado alertó que el verdadero propósito de los buitres es “tirar abajo la exitosa reestructuración de la deuda”.
 
No descartó que la Justicia estadounidense quiera “aplicar sanciones a nuestro país y detenerme durante su próximo viaje”. Consideró que la carta de Estados Unidos alertando a los norteamericanos sobre la inseguridad en la Argentina es “una provocación”. Y pidió, al aludir a las supuestas amenazas de los islamistas del EI contra ella, que “si me pasa algo, no miren a Oriente, miren al Norte”.
 
Además, la mandataria denunció “un movimiento de pinzas” entre los exportadores, los empresarios y algunos bancos. Acusó a los exportadores de querer recuperar el dinero perdido “a lo pavote”, al no liquidar la cosecha de granos antes de la feroz caída del valor de la soja.
 
A los empresarios los acusó de querer “licuar” los salarios de los trabajadores, a través de una devaluación y a los bancos por especular con “contado con liqui”. Mencionó a Mariva, Macro y Patagonia, entre otros, por concentrar la mayor parte de los negocios con esa operatoria. Consideró que con esa “bicicleta” financiera “están desestabilizando”. También pidió indagar el uso de información privilegiada de algunas entidades, previo al ajuste en el 20% del límite de activos en moneda extranjera.
 
Advirtió sobre la coincidencia de estos comportamientos con las presiones de los buitres y las acciones del Gobierno estadounidense. Dijo que el desacato dispuesto por el juez Griesa, a quien calificó de “senil”, es “un disparate”. En este contexto, ayer la Argentina hizo el primer depósito local de pago a los bonistas. Fue una operación por 161 millones de dólares en Nación Fideicomiso.