Benjamin Bradlee, el que fuera director del diario norteamericano The Washington Post y que lo transformó en un medio de referencia mundial con el caso "Watergate", falleció ayer a los 93 años por causas naturales en su casa de Washington, Estados Unidos. Bradlee, que padecía desde hacía años Alzheimer y demencia, vivió su época dorada como director del Post entre 1965 y 1991 y pasará a la historia como una de las figuras centrales del escándalo del "Watergate" con sus revelaciones sobre el espionaje al Partido Demócrata que condujeron a la renuncia del presidente Richard Nixon, en 1974, la única de la historia de Estados Unidos.

Con el caso "Watergate" el Post dio un paso más en su consolidación como uno de los grandes diarios, gracias a la habilidad y persistencia de los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward, retratados por Robert Redford y Dustin Hoffman, en el filme Todos los hombres del presidente (1976) dirigido por Alan J. Pakula y en el que el actor Jason Robards actúa el personaje de Bradlee.

Bradlee se hizo cargo de la dirección del Post en 1965, dos años después del suicidio de Phil Graham, marido de Katharine Graham, quien desde entonces hasta 1979 estuvo al frente de la empresa que había creado su padre. Aún en presencia de Katharine Graham, Bradlee mantenía su estilo brusco, los pies encima de la mesa y las palabras malsonantes que le hacían temible en la redacción.

Bradlee impuso de inmediato disciplina en la redacción, cambió estilos y elevó la calidad con la contratación de nuevos valores periodísticos. Su primera gran prueba llegó con la publicación de los documentos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam que revelaban algunos de los desastres del conflicto y la convicción entre los militares de que era una contienda perdida.

A Bradlee no le costó mucho convencer a Graham de la necesidad de publicar los documentos del Pentágono. Para ambos fue una prueba difícil por las presiones recibidas. Durante su época al frente del Post, Bradlee duplicó la cantidad de empleados hasta alcanzar los 600 y llevó el presupuesto dedicado a la información de tres a sesenta millones de dólares.

En los últimos 23 años con él al frente, la tirada del diario pasó de 446.000 ejemplares a 802.000 y ganó 23 premios "Pullitzer". "Contó historias que necesitaban ser contadas, historias que nos ayudaron a entender nuestro mundo y a nosotros un poco mejor. Los estándares de honestidad, objetividad y meticulosidad que estableció animaron a muchos a entrar en la profesión", consideró tras conocer su fallecimiento, el presidente norteamericano, Barack Obama, en un comunicado, citado por EFE.
"Para él el periodismo era más que una profesión, era un bien público imprescindible de nuestra democracia", añadió el mandatario, que el año pasado honró a Bradlee con la Medalla de la Libertad, el más alto mérito civil reconocido en Estados Unidos.