En un comunicado conjunto firmado por el conservador primer ministro David Cameron, el laborista, Ed Miliband y el liberal-demócrata viceprimer ministro, Nick Clegg, los líderes justificaron su determinación de congelar por ahora sus diferencias y hablar con los escoceses, en un último intento para que esa región permanezca dentro del Reino Unido.

"Hay muchísimo que nos divide, pero hay una cosa en la que estamos de acuerdo con pasión: el Reino Unido es mejor unido", explicaron los líderes políticos.

Este abrupto gesto político -hasta ayer estas formaciones cruzaban acusaciones recíprocas por el avance de la opción independentista- se produce luego de que un nuevo sondeo sobre intención de voto sitúa a los partidarios y detractores de la independencia casi en un empate, lo que profundiza la incertidumbre en relación al resultado.

La encuesta, realizada por la empresa TNS sobre un muestreo de 900 escoceses mayores de 16 años, señala que un 39% votará "No" a la independencia frente al 38% que votará "Sí", cuando hace un mes esos porcentajes eran del 45 y 32%, respectivamente.

Este sondeo se une al pánico político desatado ayer, luego que la empresa YouGov registró por primera vez la opción independentista por delante de la negativa, de cara al referéndum que se celebrará el próximo 18 de septiembre.

De acuerdo con ese sondeo de intención de voto, los partidarios de la separación del Reino Unido ganarían con un 51%, frente a un 49% de los contrarios a la secesión.

El pánico contagió a los mercados y hoy, la libra esterlina continuó su tendencia a la baja en el mercado de Londres y cotizó a 1,6091 dólares, una caída del 0,08% respecto a la cotización de la tarde ayer, si bien esta mañana el retroceso no fue tan fuerte como en la víspera, cuando la divisa se desplomó un 1%. Frente al euro, en cambio, la libra sube el 0,02% hasta cotizar a 1,2493 euros.

Paralelamente, según el periódico económico Financial Times, algunas empresas y consumidores en Escocia empezaron a trasladar sus depósitos bancarios a Inglaterra debido a la preocupación de los inversores sobre un eventual "Sí" en el plebiscito.

La estrategia de los tres principales partidos británicos incluye también la promesa de más autonomía a Escocia si los escoceses votan "No" en el referéndum.

Ruth Davidson, líder de los conservadores escoceses; Johann Lamont, de los laboristas, y Willie Rennie, de los liberaldemócratas, coincidieron en que el trabajo para darle a Escocia más autonomía empezaría al día siguiente de celebrada la consulta.

Una versión embrionaria de esta iniciativa fue dada a conocer ayer por el laborista y ex primer ministro británico Gordon Brown, una de las figuras mejor vistas por el campo unionista, que hace campaña para que Escocia continúe formando parte del Reino Unido.

Brown adelantó que el 19 de septiembre, si los escoceses rechazan la independencia, se empezaría a redactar la "Ley de Escocia", para transferir competencias fiscales y de servicios públicos.

El primer borrador con esas competencias se dará a conocer a fines de octubre y en noviembre se redactará un texto tras una consulta pública que sentaría las bases para introducir la legislación en enero de 2015.

En un evento conjunto celebrado hoy en Edimburgo, la conservadora Ruth Davidson dijo que los mejores cambios constitucionales se producen cuando la gente "se une" en un debate.

"Este es un plan fuerte que el pueblo de Escocia puede ver, tocar y sentir", dijo Davidson en un mitin rodeada por numerosos seguidores que portaban pancartas con la palabra "No".

En ese mismo sentido se refirió el líder liberaldemócrata en Escocia, Willie Rennie, al asegurar que los partidos están "comprometidos a entregar (a Escocia) más asuntos fiscales y más estado del bienestar, este es el compromiso".

Por su parte, el laborista Johann Lamont admitió que su formación también está a favor de este calendario a pesar de las rivalidades políticas que tiene con el Partido Conservador de David Cameron.

De acuerdo con analistas en Londres, un voto a favor de la independencia marcaría un capítulo de incertidumbre sobre asuntos políticos y económico de la región, pero sobre todo por la moneda.

El Gobierno autónomo escocés, encabezado por el nacionalista Alex Salmond, indicó que tiene intención de conservar la libra si gana la independencia, pero Londres ya descartó esa posibilidad.

Actualmente, Escocia es una nación constituyente y región administrativa del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte con su propio gobierno autónomo, el Parlamento Escocés, con sede en Edimburgo.

La nación era un estado soberano antes de la aprobación del Acta de Unión de 1707 cuando el Reino de Escocia se unió con el Reino de Inglaterra para establecer el Reino Unido.

Tras un acuerdo entre el Parlamento Escocés y el Parlamento del Reino Unido, la pregunta formal de este referéndum será: «¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí o No».

El resultado abrirá un importante arco de posibilidades en relación a la economía escocesa, la defensa de las Islas Británicas, las relaciones entre Escocia y sus vecinos y su afiliación con organizaciones internacionales como la Unión Europea, la OTAN y la Mancomunidad de Naciones.