La oficina de Defensa Civil filipina, que coordinó el traslado a refugios de 440 mil personas, estimó que en Manila 62 ciudadanos murieron ahogados, otros 12 fueron enterrados por aluviones y 4 fueron alcanzadas por descargas eléctricas; las demás víctimas perdieron la vida por problemas cardíacos o por la caída de árboles.

"Siempre habrá inundaciones, erupciones de volcanes y terremotos: tenemos que identificar las zonas de peligro y garantizar que allí no se construyan viviendas", afirmó Mahar Lagmay, especialista en catástrofes y asesor del gobierno.

El jefe de defensa civil, Benito Ramos, aseguró que "todos están de acuerdo en que el traslado es la solución; el problema es que la gente tiene ahí sus medios de subsistencia”.

El urbanista Felino Palafox explicó que "las viviendas y edificios están demasiado pegados y apenas hay espacios abiertos. Es necesaria una mejor canalización de desagüe y más edificios altos”.

El presidente filipino, Benigno Aquino, prometió a los afectados en Manila que el gobierno implantará en los próximos tres años proyectos para mejorar las infraestructuras; y también prometió la construcción de un dique para proteger 18 pequeñas ciudades cercanas a la provincia de Laguna, al sur de la capital.

La administración urbana permitirá en el futuro construir sólo edificios de más de dos pisos. "Y plantaremos más árboles", dijo el vicepresidente, José Fabián Cádiz.

Mientras, miles de damnificados tuvieron que huir de sus casas y se encuentran desprotegidos ante una nueva catástrofe.