Más de la mitad de los rusos se lamentan por la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que habría cumplido hoy 90 años, según una encuesta realizada por el centro VTsIOM.

Uno de cada dos entrevistados, el 56%, sienten que la URSS se haya desintegrado en 1991, consignó la agencia de noticias RIA Novosti.

El sentimiento de nostalgia es especialmente fuerte entre personas mayores de 45 años (70% al 83%), gente de pocos estudios (72%), habitantes de Moscú y San Petersburgo (64%) y rusos que no usan Internet (75%).

El 33% de los rusos no extrañan la caída de la URSS, entre ellos los jóvenes (54%), egresados universitarios (37%) e internautas activos (43%). No obstante hace 10 años, los que añoraban la existencia de la URSS representaban el 65% y el bando opuesto el 27%.

La URSS fue creada mediante un tratado firmado el 29 de diciembre de 1922, en una conferencia a la que asistieron representantes de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia y se disolvió el 26 de diciembre de 1991, también por decisión colectiva.

Sin ninguna experiencia democrática, tras las gigantescas catástrofes comunitarias de la Primera Guerra Mundial y la guerra civil posterior a la revolución de octubre que arrasaron el país hasta los cimientos en 7 años, los bolcheviques edificaron un estado moderno que, en 20 años, pudo enfrentar y aplastar a la Alemania nazi. Según las estimaciones de la CIA, la agencia de inteligencia estadounidense, entre 1930 y 1960 la URSS creció cada año más que los Estados Unidos.

Sin embargo, la falta de controles democráticos a los dirigentes convirtió al Partido Comunista y sus pocos millones de afiliados en la nueva casta, con un sistema de cooptación de dirigentes y una burocracia desmesurada. El máximo baldón en la imagen histórica de la Unión Soviética fueron los picos de violencia política suscitados por el sanguinario Josef Stalin, responsable de la muerte de casi 800.000 personas a manos de sus policías secretas y gúlags entre 1934, cuando ocurrió la primera "purga" stalinista tras el asesinato de Kírov (probablemente instigado por el mismo Stalin) hasta su muerte a mediados de los 50.

Stalin también fue el responsable de una suma jamás determinada con exactitud, pero estimada en unos 10 millones de personas muertas de hambre durante la monstruosa colectivización agraria que destruyó a la incipiente clase propietaria campesina que había creado la Nueva Política Económica de Lenin y Trotsky.

Pese a todo, quienes vivieron en la Unión Soviética, aun en sus languidecientes últimas dos décadas, resaltan en el extinto régimen comunista la falta de marginalidad, el altísimo nivel educativo y cultural, la cobertura social, la defensa de los derechos del trabajador en los tribunales laborales, la liberación de la mujer y los bajísimos niveles de delincuencia de un régimen autoritario que, sin embargo, desapareció sin reprimir las manifestaciones populares (que siempre abundaron y pesaron en la vida política del país desde los años de Kruschev en adelante), en comparación con el retroceso a casi todos esos niveles en la todavía más violenta y corrupta Era Putin.