"El presidente Lula no me ha dicho nada de eso, pero, en lo que depende de mí, lo ayudo", aseguró en una rueda de prensa la jefa de Estado, que fue elegida en 2010 con un fuerte respaldo de su antecesor y aspira a ser reelegida este mes para un nuevo mandato de cuatro años.

La gobernante dijo desconocer si Lula da Silva -quien ya gobernó entre 2003 y 2010- está pensando en disputar las próximas elecciones presidenciales, pero admitió que esa posibilidad fue admitida recientemente por el presidente de la formación, Riu Falcao.

El dirigente partidario, que es el coordinador de la campaña presidencial de Rousseff, dijo en una reunión este mes que los militantes del PT se pondrían "muy felices" en caso de que Lula acepte ser postulado a la presidencia en 2018.

El ex jefe de Estado, que ha participado en la campaña electoral de Rousseff este año insinuó el mes pasado que su nombre no puede ser descartado para las próximas presidenciales. "Ellos (la oposición) tiene que prepararse porque estaré vivo (en 2018)", dijo Lula en un mitin de campaña de Rousseff en la ciudad de Salvador.

En la rueda de prensa que concedió ayer la presidenta criticó a la ecologista Marina Silva, tercera candidata más votada en la primera vuelta de las presidenciales el 5 de octubre, por comparar a Lula con el senador socialdemócrata Aécio Neves, su rival en el balotaje.

Silva, que el fin de semana manifestó su apoyo formal a Neves para la segunda vuelta, comparó un documento en que el líder opositor se comprometió a mantener las conquistas sociales de Brasil con uno divulgado antes de las elecciones de 2002 y en las que Lula se comprometió a mantener la política económica de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso.

"Considero esa comparación infeliz. Es desproporcional comparar un líder político del tamaño de Lula con mi adversario, bien sea por la trayectoria política y sus convicciones, o por lo que Lula hizo como presidente de este país y lo que el candidato hizo como gobernador de (el estado de) Minas Gerais", afirmó la mandataria.

El documento de Lula, conocido como la "Carta al pueblo brasileño", fue divulgado para calmar el mercado financiero, que vivía entonces una gran turbulencia ante la posibilidad de que el líder izquierdista amenazara la estabilidad económica.

Neves, por su parte, se comprometió a mantener las conquistas sociales en un documento destinado a garantizar el apoyo formal de la líder ecologista, que en la primera vuelta obtuvo 22,1 millones de votos, correspondientes al 21,3 % de los sufragios válidos. Rousseff venció la primera vuelta con el 41,59 % de los votos, mientras que Neves obtuvo el 33,55 %.